Emoción y maestría en la Feria de Ambato

‘Pirata’. El legendario torero en su despedida de Ambato. (Foto: Andrea Grijalva)
‘Pirata’. El legendario torero en su despedida de Ambato. (Foto: Andrea Grijalva)
Sobrio. Precioso pase al natural de Juan Bautista Jalabert. (Foto: Andrea Grijalva)
Sobrio. Precioso pase al natural de Juan Bautista Jalabert. (Foto: Andrea Grijalva)
Chicuelina. Espectacular lance de capote de Álvaro Samper. (Foto: Andrea Grijalva)
Chicuelina. Espectacular lance de capote de Álvaro Samper. (Foto: Andrea Grijalva)
Orejas. El torero francés Juan Bautista Jalabert a la hora del triunfo. (Foto: Andrea Grijalva)
Orejas. El torero francés Juan Bautista Jalabert a la hora del triunfo. (Foto: Andrea Grijalva)

Juan José Padilla se despidió de la afición ecuatoriana en una gran tarde de toros.

Por: Santiago Aguilar

La entrega y el buen toreo fueron los fundamentos de la emocionante función taurina presentada en el ruedo de la Plaza de Toros de Ambato, puesta en escena a cargo de Juan José Padilla, Juan Bautista Jalabert y Álvaro Samper que enfrentaron a un colaborador lote de toros de Mirafuente y Vistahermosa.

El adiós al apreciado Pirata marcó el rumbo del espectáculo desde que se abrió la puerta de cuadrillas; la sin igual imagen del torero atrapó la atención de la multitud y desencadenó expresiones de admiración y afecto a niveles pasionales.

En el corrido en primer lugar, el coleta malogró con la espada una pródiga labor, para desorejar al cuarto de la tarde luego de un trajín vibrante consecuente con su extrovertido concepto.

Con una rodilla en tierra toreó a la verónica en vistosos lances que antecedieron a un colorido tercio de banderillas en el que prendió tres pares de relumbrón que agitaron al graderío. La vibración fue in crescendo cuando el diestro muleta en mano, otra vez de hinojos, se pasó a la res en media docena de pases de ajustada composición. Ya en los medios del redondel el Ciclón de Jerez toreó por los dos pitones en secuencias de buen acabado; al final retomó su faceta bullidora en repetidos muletazos circulares previos a una estocada entera que le aseguró el doble premio. La vuelta al ruedo del adiós fue de antología, larga, parsimoniosa, disfrutando paso a paso; recogiendo la simpatía de una afición que no olvidará las hazañas del ya legendario ‘Pirata’.

Los primeros episodios de la reunión dominados por la euforia se transformaron en respetuosa admiración por la magnífica obra instrumentada por el gran Juan Bautista Jalabert durante la lidia del quinto de la tarde al que toreó de manera impecable en una magistral exhibición. La despaciosidad del cuarteto de verónicas y la media de remate resultaron impresionantes como el posterior quehacer con la tela roja. Faena de maestro en la que, serie a serie, fue dictando el toreo con armonía y suavidad al manejar el engaño a la perfección desde los sutiles toques, hasta el delicado temple con el que condujo al astado en preciosistas derechazos y naturales rematados, ya sea con el cambio de mano, ya sea con el pase de pecho. Al final, el expectante respeto, correspondiente a la categoría de la composición, se transfiguró en una rotunda ovación cuando el diestro francés cobró una gran estocada en el acto convertida en dos orejas. El caso es que Juan Bautista Jalabert logró mostrar su categoría luego de que el primero de su lote no le ofreciera opción alguna.

El ecuatoriano Álvaro Samper sorteó un par de toros complicados que obstaron para un lucimiento mayor; sin embargo, del que cerró el festejo obtuvo una oreja al cabo de una faena pulcra construida por buenos lances a la verónica, ajustadas chicuelinas y el paciente pasarse con la muleta a un ejemplar de escasas prestaciones en templados derechazos correctamente firmados con el acero.

Al final Juan José Padilla y Juan Bautista recorrieron la arena a hombros como testimonio de una tarde para la historia.