‘Quisiera que mi país volviera a ser el de antes’

ALEGRE. En Ecuador se gana la vida animando fiestas infantiles.
ALEGRE. En Ecuador se gana la vida animando fiestas infantiles.

JÓVITO SÁNCHEZ UGARTE
ARTISTA CÓMICO VENEZOLANO

Jóvito Sánchez Ugarte es oriundo de Mérida, una ciudad ubicada en el noroeste de Venezuela, en la cordillera de los Andes. Es payasito y es conocido con el nombre artístico de ‘Chinche’.

Tiene seis meses viviendo en Ecuador. Sin embargo, no había llegado con el objetivo de quedarse, pero ante la situación que se vive en su país y las necesidades que cada vez más aumentan en su familia, reflexionó y decidió trabajar en el país para ayudar a los suyos.

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Tengo algo más de 31 años caracterizando al payasito ‘Chinche’. Yo no solo me pinto la cara, sino que esta profesión la llevo en el alma, en el corazón. Me educo cada vez más en esta área, en cuanto a investigación.

Son licenciado en pedagogía en desarrollo artístico y tengo una tesis aprobada sobre introducción a la tecnología de las artes. Estudié la psicología de los payasos, historia y actuación. En Mérida vive mi querida madre, mi esposa, mis dos hijas y una nieta de dos años.

En este mes cumplo seis meses en el Ecuador. Le explicaré por qué estoy aquí: hace unos 20 años conocí a un actor y mimo ecuatoriano, su nombre es Máximo Quiñónez y es conocido como el mimo ‘Mabaki’. Él se vino hace 10 años de Venezuela y para el último fin de año conversamos.

Mi amigo tenía la inauguración de un canal de televisión local en Puerto Quito (provincia de Pichincha). Me invitó, me pagó los pasajes. Llegué de Venezuela a la inauguración del canal, hice varias presentaciones. Pero algunas cosas no salieron como esperábamos y me tocó nadar solo en las aguas y conocer solo el Ecuador.

Estuve por Lago Agrio (Sucumbíos), Quito y en varias ciudades más. En todos los lugares en los que he estado he encontrado a gente ecuatoriana muy buena, trabajadora y que me han echado la mano.

Acá en Quevedo me ha ayudado George Romero, el payasito ‘Pillín’. Él es una extraordinaria persona, un excelente profesional, un buen amigo. Con él hemos estado animando fiestas infantiles, principalmente. He desarrollado mi trabajo con comedia para todas las edades.

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Mi amigo, el que me trajo a este país, me invitó para que me quedara entre dos o tres meses, que era lo que duraba el proyecto. Después yo regresaría a Venezuela, donde cada día la situación se pone peor y los precios se disparan hasta 20 veces más de lo normal.

Yo viví la escasez de medicina y de alimentos. Lo que se encuentra es exageradamente caro y lo que se gana en mi país, lamentablemente no alcanza para cubrir las necesidades básicas de una familia. Por esto, pensé muy detenidamente si regresar o no.

Veía cómo todo mundo quería salir de Venezuela por la situación crítica y yo queriendo regresar… En la frontera mis compatriotas seguramente me iban a preguntar por qué me regresaba, eso lo tengo seguro.

Lo pensé mucho y me pregunté: ‘¿Por qué me voy a devolver teniendo la oportunidad de ayudar a mi familia desde acá?’. Este país ya me había recibido con los brazos abiertos. Y fue así como decidí quedarme.

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He podido conversar con muchos venezolanos que están acá y todos comentan lo mismo, de la situación terrible que vivimos y de que no se puede vivir en una sociedad donde, más que todo, la política está mal manejada y no se trabaja en pro del pueblo, sino de quienes están montados. Venezuela es un país que necesita ayuda.

Mi esposa estuvo enferma hace pocas semanas. Anduvo de hospital en hospital y no encontraba las medicinas que necesitaba. Por esa razón es que, aunque yo esté acá, es lo mejor porque así los puedo ayudar.

Como ser humano me hace falta abrazar a mis hijos, besar a mi esposa… (llora) Porque a una persona que se quiere, que se adora, siempre le hará mucha falta la familia. Pero si me voy a Venezuela a amarlos, quererlos, abrazarlos… ¿de qué vamos a comer? Nos vamos a desesperar y sufrir.

En mi país con medio sueldo de allá se compra un cartón de huevos y con el otro medio sueldo medio kilo de pollo, si acaso un arroz y un poquito de aceite. Nadie puede sobrevivir así.

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No podría decir que sufrí por hambre en mi país. En Venezuela siempre me fue bien, porque tenía mis fiestas infantiles los fines de semana, tenía bastante trabajo. Cuando me vine la situación ya estaba difícil, pero ahora está mucho peor.

Cuando la cosa empezó a empeorar, empezamos a comprar menos cosas, menos alimentos. Cuando tuve la posibilidad de venir fue justo en el momento en el que más lo necesitaba mi familia. La providencia me ayudó, porque si siguiera allá, seguramente colapsaba la economía de mi hogar.

Todos estos problemas afectan a la familia, indudablemente. Se pierde el núcleo familiar y se convierte en un grupo de personas que luchan por conseguir alimentos, se pierde el compartir y el cariño. El compartir en familia es importante para la salud mental, sobre todo de los niños, pero si no hay una economía próspera el núcleo colapsa.

La política que actualmente se vive en Venezuela no sirve para ayudar al núcleo familiar, porque la situación es extremadamente difícil. La familia está en peligro de descomponerse por culpa de unos políticos que no encaminan el bienestar social de la población. El bienestar es para ellos solos.

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La situación en Venezuela, antes del Gobierno Bolivariano, hubo una época bastante buena. Los venezolanos podían ahorrar con su sueldo, comprar lo que quisieran. Podrían salir a la tienda de la esquina y llevar a casa lo que necesitara.

Sería una bendición que mi país vuelva a ser el de antes y no como ahora que se tiene que reunir un sueldo para comprarse cualquier cosita para comer o reunir dos o tres sueldos para pasar un rato con la familia y salir de paseo. Ahora tenemos que esperar que el Gobierno venda una caja a la población, pero cuando a ellos les conviene. Antes de las elecciones pasaron cinco meses y no la vendían.

En verdad, yo quisiera regresar a mi país, pero si la situación política y económica no me da esa oportunidad, lucharé desde aquí. Daré lo mejor por mi familia si el Ecuador me lo permite.

Todos los días me comunico con mi familia. Pese a que les envío dinero hay desesperación porque hay cosas que no se encuentran, como el caso de las medicinas y de algunos alimentos.

La primera vez que envié dinero a mi país fue en enero y fueron 80 dólares. Allá se convirtieron en 26 meses de salario. Yo le dije a mi esposa: ‘Mamita, dentro de un mes me regreso’, pero ella me dijo que me quede porque con el dinero que les mandé pudieron comprar alimentos. Después les mandé 100 dólares y gracias a Dios tienen que comer, caro, pero tienen como alimentarse.

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Tengo un mensaje para mis compatriotas. Amigo venezolano: cuando salgamos de nuestro país tratemos de portarnos bien. Tratemos de no hacer daño a donde vamos, seamos gente decente.

Demostremos nuestra cultura en otro país. El que vaya a delinquir, hágalo en Venezuela, entonces. Portémonos mal en nuestra propia casa, pero fuera de ella asumamos las reglas de la casa ajena, respetemos la casa de los demás.

A los que están allá les digo: pórtense bien y veamos el momento para salir de esta catástrofe. Quienes estamos afuera tenemos la esperanza de que vuelva la Venezuela de antes, de que llegue un gobierno que de verdad entienda a la gente.

FRASE

“Me hace falta abrazar a mis hijos, besar a mi esposa… pero si me regreso de qué vamos a comer”.

“La primera vez que envié dinero a mi país fue en enero y fueron 80 dólares. Allá se convirtieron en 26 meses de salario”.

“La familia está en peligro de descomponerse por culpa de unos políticos”.

ALEGRE. En Ecuador se gana la vida animando fiestas infantiles.
ALEGRE. En Ecuador se gana la vida animando fiestas infantiles.