Mundial y recta Intención

Sara Serrano Albuja

Este Mundial nos deja hermosas lecciones: la actitud de los hinchas japoneses de recoger la basura de los graderíos fue vista por millones de personas, como ejemplo de grandeza y humildad. Japón ya tiene su medalla de oro por ese noble gesto, que resume el respeto y una elevada condición humana cuya intención es dejar una buena huella: hacer el bien, sin importar el lugar.

Si todos los seres humanos y los políticos tendríamos ese respeto, no habría hegemonías prepotentes en territorios donde la codicia se instala con reglas que solo benefician a un equipo y donde no brilla el juego limpio, sino solo el ansia de ganar y ganar. Los duros conflictos en las ciudades o las zonas de extractivismo de nuestro país son muestra de ese mal juego.

Otra estampa de este Mundial fue la del fotógrafo salvadoreño Yuri Cortez, de AFP, quien, con la espontaneidad, experticia y pasión que da el oficio periodístico no paró de fotografiar, literalmente boca arriba, cuando el equipo de Croacia se le vino encima al festejar su victorioso gol contra el espectacular equipo inglés.

Necesitamos, como en el futbol, que haya reglas claras, que nadie esté por sobre ellas y que sean éticas y no hechas a la medida de pocos. No dar por blindado un concurso de frecuencias plagado de errores y de tráfico de influencias es un videoarbitraje. Es decir, no callar las injusticias y enmendar.

La recta intención de los ciudadanos de actuar con honestidad, de ganarse el pan dignamente y competir por un empleo con méritos propios ha chocado contra una mala institucionalidad. Cuando haya juego limpio dejaremos de ver los autogoles del desempleo y la corrupción y los más honestos y capaces estarán en los cargos. ¿Qué enseñanzas nos dejan los ganadores de Rusia 2018?

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