Politiqueros

En recientes declaraciones de prensa, Mario Vargas Llosa ha hecho afirmaciones que merecen ser resaltadas, en vista de su naturaleza, alcance y actualidad.

Ha dicho el Nobel que “políticamente correcto es opinar no como realmente piensas sino arrastrado por la frivolidad, la cobardía o el oportunismo, acomodando los pareceres”. Complementó sus aseveraciones con estas otras: “Esta falta de sinceridad, de autenticidad, que si se multiplica convierte toda la vida, principalmente política, pero también social, cultural, en una caricatura, en algo impostado, en una falsedad sistemática en la que no se expresan convicciones genuinas”.

He ahí los daños que puede ocasionar especialmente la politiquería, punta de lanza de lo que se conoce como posverdad.

Este tipo de procedimientos se ha generalizado, aquí y acullá. En nuestro medio ya no llama la atención, por la persistencia y cinismo de no pocos elementos que pululan en el escenario político sin las cualidades de preparación y moralidad indispensables.

De acuerdo como sopla el viento, vienen los acomodos en esa trama de falacias que confunde e indigna. Pocas veces en el acontecer nacional se han vivido situaciones como las que atraviesa el país, herencia de una década de embustes, corrupción y descaro.

La politiquería conlleva el grave riesgo de que no se crea en la política, ciencia y arte de gobernar, pero con sabiduría y honradez y no con aventureros, incapaces y corruptos como los que, con increíble frecuencia, están siendo descubiertos en sus latrocinios.

Es hora de tomar conciencia de la realidad y defender, con el voto ciudadano y la justicia proba, al político honrado y patriota que ciertamente busca el bienestar y desarrollo del país.

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