Somos lo mismo

Manuel Castro

Gustavo Jung afirmó: “Somos lo que fuimos, en todos los lugares, en todas las épocas, antes de siquiera haber sido soñados”. Interesante teoría aplicable también a los ecuatorianos, por lo menos para poder explicar nuestros errores, quejas políticas y familiares. Es la memoria biológica, cultural y espiritual de la especie humana que nos tocó vivir. O el “inconsciente colectivo” que nuestros antepasados nos legaron por vía genética.

Desde luego ese bagaje es mestizo, pues hasta nuestros “nobles”, con el avance de la ciencia, se dan cuenta que el ser humano es uno solo. Además que hasta la ponderada gran diferencia entre hombre y mujer es escasa, aunque con humor Madame de Staël dijo que solo hay una pequeña diferencia entre un hombre y la mujer y que completó con “Viva la diferencia”.

Hoy vivimos en el país angustiados por problemas que no podemos resolver, con el Gobierno a la cabeza, en parte heredados del anterior gobierno, que también parece genético, pues parte de los que abusaron o se callaron sobre las coimas, sobreprecios, atentados contra la libertad siguen disfrutando del presupuesto.

Lo malo se repite: la justicia no funciona, pues son los mismos jueces y fiscales que ayer atentaron contra la Ley, amparados en que, para defender los derechos y “su” justicia, se podía irrespetar el orden jurídico. Hoy tratan de parecer “buenos”, que lo único que prueba es que son veletas. En la Asamblea Nacional se encuentran los mismos de la fenecida Alianza PAIS que hicieron pedazos al país, con su vergonzoso derecho a ser sumisos al jefe, indolentes con el pueblo y a defender un proyecto, cuyo fracaso lo sentimos a diario.

El presidente Moreno, sin tal vez haberlo soñado, nos gobierna y guía con ingenuidad y candor, en el mejor de los casos. Haciendo trizas el sentido común y volviendo a su buen humor afirmó hace pocos días que la “la derecha es buena para producir y la izquierda buena para repartir”, lo que quiere decir que en las próximas elecciones debe haber paridad no solo de géneros sino de disparates. Como decía Voltaire: “La civilización no suprime la barbarie, la perfecciona”.

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