A Mariano le gusta estar bien informado

COLECCIÓN. En su casa tiene decenas de ejemplares de Diario La Hora
COLECCIÓN. En su casa tiene decenas de ejemplares de Diario La Hora

En la sala de su vivienda, ubicada en la parroquia Venus del Río Quevedo, tiene un asiento que es el favorito de Mariano Castro Ponce, quien a sus 67 años asegura que no tiene que utilizar lentes para poder leer.

Este personaje, quien en su pecho siempre carga un crucifijo con el cual se identifica como un católico perseverante, no deja de leer ni un solo día La Hora y por lo tanto se mantiene informado con todos los aconteceres diarios de la noticia.

Es manabita, oriundo de la parroquia rural Calderón de Portoviejo, de donde salió desde hace muchos años, y cuando llegó a Quevedo se interesó mucho por leer el informativo de La Hora, lo hace hasta en las noches si es que en el día no ha tenido tiempo y si no alcanzó a leer un diario, no le importa hacerlo al siguiente día aunque sea noticia pasada.

La idea es poder conocer la realidad de la provincia y de sus cantones, sobres las muertes violentas o por saber qué pasa en el fútbol ecuatoriano, ha encontrado en este ejemplar, una forma de no alejarse de la rutina de la lectura.

RUTINA. En las tardes es su horario preferido para poder dedicarle a la lectura.
RUTINA. En las tardes es su horario preferido para poder dedicarle a la lectura.

No tiene estudios

Mariano es padre de siete hijos, a pesar que con nudo en la garganta refirió que uno ya partió de este mundo. Tiene 25 nietos, a quienes no confunde con ninguno a la hora de nombrarlos. Su carisma permite que muchos le digan ‘Marianito’.

Una de sus mayores anécdotas es la que no era tan diestro para la lectura, ya que no tuvo la oportunidad de tener estudios superiores. Sin embargo, esto no fue impedimento para que empiece a comprar periódicos desde que valían 4 reales de sucre, moneda ecuatoriana que existía antes de la dolarización.

Cuando Mariano lee las noticias de crónica policial, recuerda cuando hace un tiempo atrás fue víctima de un robo que marcó su vida completamente, pero que también hizo crecer su fe espiritual.

Conversó que era comerciante de arroz y en una de sus tardes de trabajo, cuando estaban en un traslado del producto fue interceptado por varios asaltantes, quienes lo amedrantaron y le robaron unos 900 sacos valorados en unos 27 mil dólares.

Cuando lo amarraron pensó en su familia, en sus hijos, y en su vida, pero lo primero que hizo fue ver como Dios le extendió su mano ya que cuando estaba amarrado se puso a orar, diciendo, “Jesús, ayúdame yo soy tu hijo”, en un abrir y cerrar de ojos sus manos estaban desatadas.

“Mi historia de vida no solo se basa en los que me ha ocurrido sino también en la fuerza de voluntad que he tenido para dejar muchas cosas, como, por ejemplo, el cigarrillo, el cual un día dije hasta aquí el último tabaco y así fue”, recuerda el hombre quien ahora lleva un estilo de vida diferente, en la cual se dedica a revisar el periódico y ser un amante de las noticias en las que puede observar las cosas positivas y negativas del diario acontecer. (VVC)