La antítesis

En la supuesta y tan trillada “década ganada”, en el desgobierno correísta, vivimos una corrupción tan sucia, grosera, abusiva y descarada, que causó irreparables daños en lo social, político y económico y lo que es más grave, en el resquebrajamiento de la institucionalidad.

Correa y sus “colaboradores”, contaron para sus protervos intereses con entidades estatales absolutamente adictas y vergonzosamente sumisas a su régimen, que les permitieron el cometimiento de toda clase de abusos y atropellos, para que funcione a la perfección una caterva latrocinadora de cuello blanco, que saquea al país. Para estos amorales, hábiles y avispados sujetos para recibir coimas y sobornos y muy “inteligentes” para los peculados, asociaciones ilícitas, cohechos, concusión, lavado de activos, enriquecimiento ilícito, malversación de fondos públicos, testaferrismo y otras linduras como el caso “Arroz Verde 502”, la gente honrada exigimos mano dura y sin tembleques, para castigarlos con todo el rigor de la Ley y que respondan por sus fechorías.

Fueron muy valientes para violar la Ley, pero cobardes para enfrentarla. La lista de encarcelados, prófugos y procesados es interminables podríamos llenar páginas enteras. Se burlaron de todos con el mismo eterno lloriqueo, que son “perseguidos políticos”.

Sin embargo, durante esa época de total ignominia, borrascosa, infausta y turbulenta emerge la figura, ahora imperecedera, de un personaje honesto, valiente y patriótico, auténtico demócrata e incansable en su lucha por las causas justas. Un hombre con cualidades y virtudes excepcionales, el doctor Julio César Trujillo Vásquez, que se constituye en un verdadero ejemplo, no lo otro, para las actuales y futuras generaciones de ciudadanos. La Patria lo condecoró y Dios lo premió. ¡Doctor Julio César, descanse en paz!.

Fabián Francisco Pérez de Castro
CC: 170237767-0