El ‘affaire’ de Otto

Kléber Mantilla Cisneros

El Gobierno tiene cero en autocrítica y mantiene un romance irresuelto con algunas élites económicas que le confunden al solucionar el déficit presupuestario. Un ‘affaire’ con la Conaie y el coqueteo simultáneo con la minería ‘responsable’ agrava sus pecados. Al final, sigue arrinconado, besuqueado y contra la pared bajo amenaza golpista como lo perpetuado entre el 3 y 13 de octubre pasado.

Lo triste es que le van a impartir castigo indígena al vicepresidente, que sigue la impunidad ante el secuestro de periodistas; y, con legalismos, sin sanción la retención de miembros de la fuerza pública. Más parece capítulo inconcluso del realismo mágico criollo.

Con ditirámbicos elogios, solo en ceremonias castrenses, se busca satanizar la protesta social que nunca fue pacífica. Los desaciertos sistemáticos de comunicación incluso ponen aún en riesgo la reactivación económica posparo, y se mantiene la continuidad de la doctrina del llamado Estado plurinacional que consolida el uso del (des)gobierno en algunas comunidades. Es que una revuelta con rostro de guerra y golpismo sigue latiendo.

Hay elementos criminales extranjeros sueltos y dispersos por todo el país. Hay vandalismo orquestado, pagado y planificado, sin inteligencia estatal y pruebas de terrorismo organizado cultivado en universidades del correato que pasan de agache. El industrialismo de títulos en el IAEN no es un sencillo eslogan de propaganda.

Otto Sonnenholzner parece que quisiera sanar un intenso chuchaqui en medio de las zonas rurales y hasta preguntó por un visado para entrar a ciertos territorios. En ironía, el bloqueo de la acción política aparece recién cuando se rechazó convenios internacionales maliciosos heredados; pues el correato importó profesionales para esconder cifras en temas de salud y educación.

Por suerte, la Constitución de Montecristi evitó la candidatura de Correa en procesos electorales. Un alivio al enfrentar el delito de cohecho que permite el juzgamiento en ausencia. Esa naturaleza sacramental del último populismo vulgar que escondió detalles sobre alta corrupción pendiente (Odebecht, Ina papers, ‘Arroz Verde’, tercerización de venta petrolera, concesiones mineras inconsultas, entre otros). La fiscal Salazar ha dicho que hay razones suficientes para poner a Correa y su banda en la cárcel, pero con Cortes diseñadas para la impunidad.

[email protected]
@kleber_mantilla

Kléber Mantilla Cisneros

El Gobierno tiene cero en autocrítica y mantiene un romance irresuelto con algunas élites económicas que le confunden al solucionar el déficit presupuestario. Un ‘affaire’ con la Conaie y el coqueteo simultáneo con la minería ‘responsable’ agrava sus pecados. Al final, sigue arrinconado, besuqueado y contra la pared bajo amenaza golpista como lo perpetuado entre el 3 y 13 de octubre pasado.

Lo triste es que le van a impartir castigo indígena al vicepresidente, que sigue la impunidad ante el secuestro de periodistas; y, con legalismos, sin sanción la retención de miembros de la fuerza pública. Más parece capítulo inconcluso del realismo mágico criollo.

Con ditirámbicos elogios, solo en ceremonias castrenses, se busca satanizar la protesta social que nunca fue pacífica. Los desaciertos sistemáticos de comunicación incluso ponen aún en riesgo la reactivación económica posparo, y se mantiene la continuidad de la doctrina del llamado Estado plurinacional que consolida el uso del (des)gobierno en algunas comunidades. Es que una revuelta con rostro de guerra y golpismo sigue latiendo.

Hay elementos criminales extranjeros sueltos y dispersos por todo el país. Hay vandalismo orquestado, pagado y planificado, sin inteligencia estatal y pruebas de terrorismo organizado cultivado en universidades del correato que pasan de agache. El industrialismo de títulos en el IAEN no es un sencillo eslogan de propaganda.

Otto Sonnenholzner parece que quisiera sanar un intenso chuchaqui en medio de las zonas rurales y hasta preguntó por un visado para entrar a ciertos territorios. En ironía, el bloqueo de la acción política aparece recién cuando se rechazó convenios internacionales maliciosos heredados; pues el correato importó profesionales para esconder cifras en temas de salud y educación.

Por suerte, la Constitución de Montecristi evitó la candidatura de Correa en procesos electorales. Un alivio al enfrentar el delito de cohecho que permite el juzgamiento en ausencia. Esa naturaleza sacramental del último populismo vulgar que escondió detalles sobre alta corrupción pendiente (Odebecht, Ina papers, ‘Arroz Verde’, tercerización de venta petrolera, concesiones mineras inconsultas, entre otros). La fiscal Salazar ha dicho que hay razones suficientes para poner a Correa y su banda en la cárcel, pero con Cortes diseñadas para la impunidad.

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El Gobierno tiene cero en autocrítica y mantiene un romance irresuelto con algunas élites económicas que le confunden al solucionar el déficit presupuestario. Un ‘affaire’ con la Conaie y el coqueteo simultáneo con la minería ‘responsable’ agrava sus pecados. Al final, sigue arrinconado, besuqueado y contra la pared bajo amenaza golpista como lo perpetuado entre el 3 y 13 de octubre pasado.

Lo triste es que le van a impartir castigo indígena al vicepresidente, que sigue la impunidad ante el secuestro de periodistas; y, con legalismos, sin sanción la retención de miembros de la fuerza pública. Más parece capítulo inconcluso del realismo mágico criollo.

Con ditirámbicos elogios, solo en ceremonias castrenses, se busca satanizar la protesta social que nunca fue pacífica. Los desaciertos sistemáticos de comunicación incluso ponen aún en riesgo la reactivación económica posparo, y se mantiene la continuidad de la doctrina del llamado Estado plurinacional que consolida el uso del (des)gobierno en algunas comunidades. Es que una revuelta con rostro de guerra y golpismo sigue latiendo.

Hay elementos criminales extranjeros sueltos y dispersos por todo el país. Hay vandalismo orquestado, pagado y planificado, sin inteligencia estatal y pruebas de terrorismo organizado cultivado en universidades del correato que pasan de agache. El industrialismo de títulos en el IAEN no es un sencillo eslogan de propaganda.

Otto Sonnenholzner parece que quisiera sanar un intenso chuchaqui en medio de las zonas rurales y hasta preguntó por un visado para entrar a ciertos territorios. En ironía, el bloqueo de la acción política aparece recién cuando se rechazó convenios internacionales maliciosos heredados; pues el correato importó profesionales para esconder cifras en temas de salud y educación.

Por suerte, la Constitución de Montecristi evitó la candidatura de Correa en procesos electorales. Un alivio al enfrentar el delito de cohecho que permite el juzgamiento en ausencia. Esa naturaleza sacramental del último populismo vulgar que escondió detalles sobre alta corrupción pendiente (Odebecht, Ina papers, ‘Arroz Verde’, tercerización de venta petrolera, concesiones mineras inconsultas, entre otros). La fiscal Salazar ha dicho que hay razones suficientes para poner a Correa y su banda en la cárcel, pero con Cortes diseñadas para la impunidad.

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Kléber Mantilla Cisneros

El Gobierno tiene cero en autocrítica y mantiene un romance irresuelto con algunas élites económicas que le confunden al solucionar el déficit presupuestario. Un ‘affaire’ con la Conaie y el coqueteo simultáneo con la minería ‘responsable’ agrava sus pecados. Al final, sigue arrinconado, besuqueado y contra la pared bajo amenaza golpista como lo perpetuado entre el 3 y 13 de octubre pasado.

Lo triste es que le van a impartir castigo indígena al vicepresidente, que sigue la impunidad ante el secuestro de periodistas; y, con legalismos, sin sanción la retención de miembros de la fuerza pública. Más parece capítulo inconcluso del realismo mágico criollo.

Con ditirámbicos elogios, solo en ceremonias castrenses, se busca satanizar la protesta social que nunca fue pacífica. Los desaciertos sistemáticos de comunicación incluso ponen aún en riesgo la reactivación económica posparo, y se mantiene la continuidad de la doctrina del llamado Estado plurinacional que consolida el uso del (des)gobierno en algunas comunidades. Es que una revuelta con rostro de guerra y golpismo sigue latiendo.

Hay elementos criminales extranjeros sueltos y dispersos por todo el país. Hay vandalismo orquestado, pagado y planificado, sin inteligencia estatal y pruebas de terrorismo organizado cultivado en universidades del correato que pasan de agache. El industrialismo de títulos en el IAEN no es un sencillo eslogan de propaganda.

Otto Sonnenholzner parece que quisiera sanar un intenso chuchaqui en medio de las zonas rurales y hasta preguntó por un visado para entrar a ciertos territorios. En ironía, el bloqueo de la acción política aparece recién cuando se rechazó convenios internacionales maliciosos heredados; pues el correato importó profesionales para esconder cifras en temas de salud y educación.

Por suerte, la Constitución de Montecristi evitó la candidatura de Correa en procesos electorales. Un alivio al enfrentar el delito de cohecho que permite el juzgamiento en ausencia. Esa naturaleza sacramental del último populismo vulgar que escondió detalles sobre alta corrupción pendiente (Odebecht, Ina papers, ‘Arroz Verde’, tercerización de venta petrolera, concesiones mineras inconsultas, entre otros). La fiscal Salazar ha dicho que hay razones suficientes para poner a Correa y su banda en la cárcel, pero con Cortes diseñadas para la impunidad.

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