La medicina es su pasión

Después de 24 años de ejercer la medicina en su amada Cuba, un febrero luminoso de 2015, arribó a tierra ecuatoriana la Dra. Isora Montenegro Valera.

En su maleta, además de su ropa, traía sus años de experiencia profesional en tierras cubanas y haitianas, sumándole a ellos, sus investigaciones y sus sueños.

Confiesa que a pocos días de su llegada, a razón de la celebración de este día, descubrió la figura del médico y pensador Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo. Esto le sirvió para complementar su formación humanística, que ha sido forjada bajo la influencia del pensamiento ‘martiano’ y la impronta intelectual del insigne médico y científico cubano Carlos J. Finlay.

Ejercer el magisterio médico en la Universidad Espíritu Santo le permitió conocer y profundizar la importancia y trascendencia de éste para la medicina y el entramado social ecuatoriano.

Dos años hace que se asentó en Quevedo, la ciudad a la que ella también le llama ‘Ciudad del Río’ y a la que ahora lleva en su corazón.

Aquí ha procreado a su familia y estableció su plaza laboral. Sus muchos pacientes la reconocen al paso por ser la persona que los ha aliviado de sus dolencias físicas y emocionales.

Y pesar de tanto ajetreo que lleva a diario, ella sigue incansable y esperanzada. Soñando cada día, creando espacios y recursos para iluminar y recuperar la belleza de la piel y el alma de quienes le han acogido como parte de su vida.

Para Montenegro, quien irradia ternura y respeto, celebrar el día del médico ecuatoriano es sentirse agradecida por todo lo que ha obtenido. Comprometiéndose mucho más con la comunidad quevedeña en el cuidado de su salud corporal.