Gana Biden. Trump no acepta

Trump cuestionó el proceso electoral e insinuó, algo sin precedentes, de “que podía no aceptar los resultados de los comicios. Los niveles de fraude electoral en EE. UU. son ínfimos y, puesto que las elecciones las administran los gobiernos estatales y locales, en la práctica es imposible coordinar el fraude electoral a escala nacional”. Meses antes dijo -en 2016-, “ayúdenme a impedir que la deshonesta de Hillary Clinton amañe estas elecciones”. Son citas del libro “cómo mueren las democracias” de Levitsky y Ziblatt (2018).

Si Trump lo hizo en las anteriores elecciones, que ganó, no se podía esperar otra cosa ahora, donde todo señala que perdió (con casi 5 millones de votos de diferencia y también en colegios electorales).

Al preguntarse sobre el ganador de estas elecciones, el analista Moisés Naim decía que fue “la polarización”. Bastaron cuatro años para romper el tamiz de los colegios electorales y que un populista irrumpa en uno de los dos grandes partidos y haga añicos la tradición que viene desde tiempos de George Washington. En cuatro años hubo 22.247 cosas inciertas o mentiras (500 mensuales) sobre todo, en Twitter. Sin embargo, Trump logró 70 millones de votos.

Todo esto provoca una ruptura política que divide a los ciudadanos. Mientras más polarizado está un país, más difícil es gobernarlo. El voto distribuido por etnias y grupos sociales demostró que los políticos no conocen la realidad. Hace cuatro años ganó quien ofrecía el muro en la frontera y tenía bajos conceptos de los migrantes, pero los latinos optaron por Trump y lo mismo pasó con los afroamericanos. Trump unió a los antisistema.

Para Sergio Berensztein la elección “agrava los conflictos existentes” y como anota Naim, “la polarización será más fuerte en los próximos años y mucho tiene que ver con esto la agudización de la crisis económica, la injusticia y la exclusión”, sin olvidar el rol del periodismo y sobre todo de las redes sociales como actores políticos.

Con una participación electoral récord, la democracia en ese país goza de buena salud. Sin embargo, la sociedad estadounidense está dividida y la tarea del próximo presidente será compleja para subsanar las heridas.

«La democracia norteamericana es más importante que una elección», dijo Richard Nixon a sus asesores en 1960, cuando reconoció su derrota frente a Kennedy (con sospechas de fraude). Pero, más triste sería que, el 20 de enero, la guardia civil llegue a Pensilvania 6-5000, para desalojar a Donald Trump, “el perdedor que odiaba a los perdedores”.