Carta a los jóvenes

Nací en el 97. Tenía 2 cuando nos dolarizamos y 9 cuando llegó el Socialismo del Siglo XXI como la panacea del desarrollo. La política que heredé vino marcada por autoritarismo, resentimiento, corrupción y endeudamiento.

Mi memoria política está llena de palabras como: pelucones, gorditas horrorosas y caretucos, por un desfile de políticos misóginos y machistas que se convirtieron en ídolos. Un vicepresidente preso, los Panama Papers y Odebrecht. La creación de leyes para censurar y perseguir, sin olvidar a los ministros ‘abraza árboles’ y ‘come cheques’. Recordemos los casos de espionaje, los ataques constantes a la libertad de expresión y la manipulación de la justicia.

“Prohibido olvidar” los sábados de sainetes que seguro nos costaban un dineral. Y hay más: los fondos de reconstrucción tras el terremoto que se los feriaron. Se gastaron millones en la Refinería del Pacífico que quedó como una explanada. No olvidemos el edificio de la UNASUR, empresas públicas quebradas, la entrega del Yasuní como parte de pago, los shows y karaokes en Carondelet y el reparto de los hospitales tras la pandemia.

Una historia sin fin llena de ‘políticos’ asalariados y narcisistas que aprovecharon el poder para satisfacer su ambición y forrarse los bolsillos a través de coimas, negociados, chanchullos y nepotismo. Pero el problema del político de este país es que refleja la respuesta del votante de este país. Los ecuatorianos y los más de 3 millones de jóvenes que votamos, nos merecemos mucho más que eso.

Hoy, sentimos en carne propia los efectos que se traducen en necesidad, carencia e indignación. Ya no necesitamos ni queremos al político de tarima, show, labia bonita y promesas. Ya no podemos darnos el lujo de tocar fondo una vez más. Hoy, tengo la oportunidad de cambiarlo.

Domenica Cobo Flandoli

@domenicacobof