Da miedo

Pocos personajes públicos de Ecuador solían atreverse a enemistarse abiertamente con María Paula Romo o a fustigarla con la saña que suele dedicársele al resto de políticos. Periodistas, opositores, intelectuales y activistas eran, siguen siendo, curiosamente condescendientes e inusualmente cordiales con ella. Cuando la critican, lo hacen con esa benevolencia reservada para los incómodos impases con los amigos problemáticos de la familia o para las reprimendas los hijos traviesos del patrón, la que reclama pero invita a una pronta reconciliación. Dicen que actúan así porque Romo es brillante y decente, pero también hay un motivo menos glamuroso: le tienen miedo.

Es lógico tenerle terror. Romo ha demostrado ser dueña de una capacidad de sobrevivencia y adaptación asombrosas. Puede hacer lo que sea, pactar con quien sea, ordenar lo que sea o conspirar contra quien sea; cuando todo se derrumba, cuando caen los que tienen que caer y el polvo termina de asentarse, ella siempre vuelve a aparecer. Cada vez más arriba, cada vez más poderosa y cada vez mejor informada sobre todos quienes le representan una amenaza o que alguna vez la ofendieron. Lo único que le queda por conquistar es la Presidencia y, en su último cargo, estuvo al mando de la fuerza policial, tuvo acceso a cuanta información quisiera y una influencia desproporcionada sobre el presidente. ¿Quién iba a querer un enemigo de ese calibre?

Su energía y su tiempo están íntegramente dedicados a una única tarea: la conquista del poder. En ella, todo es calculado: la velocidad a la que habla, con la que apabulla a sus interlocutores y sugiere una elevada inteligencia; su sonrisa bien administrada y su oportuna transformación física; ese particular acento, que conjuga a la perfección un dejo de provincia con el sonido nasal de la clase pudiente quiteña; las apariciones en revistas de farándula y eventos sociales que le permiten fascinar a todos los estratos sociales; todo. Por eso siempre está un paso por delante y por eso la clase política y los grupos económicos han preferido olvidar su participación en el desmantelamiento del país desde 2005, como si unos pocos días de octubre bastasen para limpiar eso. Ella quiere solo el poder y el resto apenas quieren evitarse problemas con ella. Volverá.

Daniel Márquez Soares

[email protected]