Los mitos

Zeus y Júpiter, que son lo mismo, en versión griega y romana, respectivamente, fueron los primeros dioses con características humanas: la envidia, el rencor, la lujuria. Con poderes sobrenaturales hacían y deshacían sobre los mortales; engendraron a familiares y extrañas, tomaron miles de formas para engañar: tábano, lluvia de oro, entre muchas.

Lot tuvo que ser emborrachado por sus hijas para que su linaje no se perdiera, pero él no era un dios ni un semidios, era un simple mortal elegido por Yahvé, quien permitió ese abuso de las hijas sobre el padre.

Las guacamayas dieron el alimento a los dos hermanos que se resguardaron del diluvio en la cima del cerro Abuga y luego fueron engendradas por ellos para que existiera el pueblo cañari.

Todas estas son historias míticas, que responden a la creación del ser humano, del mundo, en fin, de los orígenes. Pero los mitos no son solo de tiempos pasados, sino que responden a las necesidades de explicación del mundo, aún ahora.

Necesitamos de historias y relatos que nos expliquen, que nos justifiquen y que nos predigan sobre la realidad. Necesitamos héroes y villanos que nos representen y contra quienes podamos depositar la ira, la frustración y el desánimo.

Pero nuestros héroes son humanos, nuestros mitos son populares y no vienen desde las alturas, provienen de la altura de nuestros ojos, de nuestra mirada, y luego los elevamos para mirarlos desde abajo.

Así creamos personajes míticos, elevamos a proezas sus actos, hacemos de su trabajo una epopeya y en conjunto son símbolos del triunfo de los oprimidos, de los otros, de los que no siempre ganan.

Nuestros héroes no son hijos de un rey de otro planeta, su mitología no es una historia sagrada contada por un vate, sino que es un ejemplo que todos quieren imitar, porque él o ella pudieron ser mitos, configurarse como tales y hacer cosas que solo los mitos hacen y que los aceptamos porque los convertimos en dioses.

Marilyn y Connery, Jota Jota y Charly García son nuestros mitos. Y cómo no, Maradona es nuestro mito más fuerte de estos momentos. Ellos no vinieron de otro planeta, pero salieron de este mundo para seguir existiendo.