Séquito de acólitos

Existen grupos de acompañantes que apoyan, aplauden, felicitan, lloran, se inclinan, realizan escenas histriónicas y rinden pleitesía a los políticos que, suponen, salvarán su ineptitud y fracaso ante su propia ignominia; el sequito de aduladores existe en todo movimiento político y son un mal ejemplo para la sociedad y el país.

En el mundo de la política hay gente sin personalidad ni conocimiento alguno, que llegan a la Asamblea, ministerios, direcciones y cargos de responsabilidad, por el solo hecho de adular y dar la cara, defendiendo a incondicionales en todo lugar, en los medios de comunicación y ante los ataques de los opositores. Lo habitual es que el cortejo de amigos y adulones, a más de hacer compañía al dirigente de turno, facilite los actos de corrupción, tratando de esconder de cualquier manera su delictivo accionar.

Estos acompañantes tienen relación directa o no con el poder: personas que están subordinadas a otras que conceden beneficios personales como negociados, diezmos, cargos o cualquier tipo de recompensa, a cambio de brindar su lealtad, confianza y sumisión.

Las noticias describen los séquitos más importantes que existen en algunos países y que siguen vigentes. Se han escrito muchas historias que han llegado a la pantalla del cine o de la televisión, como series de gánsteres, asesinos en serie o delincuentes de alto nivel que no escatiman esfuerzo en involucrar a familiares, amigos o camaradas, luego lo niegan y buscan refugio.

Periodistas valientes y bien documentados revelan hechos y acontecimientos delictuosos de la vida nacional y sus actores, describen cómo la delincuencia organizada maneja a su antojo los recursos públicos, manipula la justicia y abusa del poder buscando que todo quede en la impunidad. ‘Arroz verde’ es la narrativa de la delincuencia al más alto nivel, que nunca conoció de ética ni moral. La influencia paranoide en el gobierno y la política se hace realidad con el populismo y la revolución socialista.

Rodrigo Contero Peñafiel