Protocolo
AGO, 04, 2010 | - Por Katherine Andrade Gallardo

Somos provincia y Santo Domingo es la nueva capital, debemos trabajar en la parte protocolaria. Aquí algunas autoridades deben dar paso al criterio profesional y técnico de relacionadores públicos que hemos aprendido en la universidad a cuidar el protocolo de las ceremonias.
En las últimas fiestas se cometieron algunos errores
En el protocolo no debe imperar el criterio político o el compromiso o la amistad. En el sector público y en el privado debe respetarse una normativa para que un evento tenga brillantez, respeto y consideración.
Primero debemos empezar por la puntualidad. Los anfitriones deben estar puntuales. Luego, la mesa principal no es para dar paso a la lucidez. En la mesa directiva deben ubicarse exclusivamente un representante de cada institución: del Gobierno, la Prefectura, el Municipio, del Ejército, de la Policía y de la Iglesia. Si se trata de una celebración institucional, su presidente. Los demás deben tomar asiento en las primeras filas.
La delegación es algo de mucho respeto. Una autoridad no puede delegar a un acto cívico a un funcionario o un asesor. Lo podría hacer a otra persona de su mismo rango: El alcalde al vicealcalde o un concejal; el prefecto al viceprefecto o un consejero; El gobernador al intendente de policía.
Otro tema que debemos cuidar es la ubicación de las banderas. Si solo va la nacional y la cantonal, la nacional debe ir a la derecha y la otra a la izquierda, con relación a la mesa directiva. Si colocamos tres banderas, la nacional irá al centro, la provincial a la derecha y la cantonal a la izquierda. Junto a la Tribuna Cívica, las banderas estuvieron mal colocadas.
Concluida la intervención de la máxima autoridad presente, se debe entonar el Himno Cantonal, si la fiesta es cantonal; o el Himno a la Provincia, si la fiesta es provincial. Luego vendrá el brindis y otros puntos secundarios.
En el Minuto Cívico del 3 de Julio se le quitó brillantez al evento presentando una agenda cultural.
Repito, en el protocolo no debe imperar el criterio político o el de amistad, deben respetarse las normas establecidas. Es tan sencillo, como seguir un orden del día en una sesión de Concejo debidamente aprobada.
En las últimas fiestas se cometieron algunos errores
En el protocolo no debe imperar el criterio político o el compromiso o la amistad. En el sector público y en el privado debe respetarse una normativa para que un evento tenga brillantez, respeto y consideración.
Primero debemos empezar por la puntualidad. Los anfitriones deben estar puntuales. Luego, la mesa principal no es para dar paso a la lucidez. En la mesa directiva deben ubicarse exclusivamente un representante de cada institución: del Gobierno, la Prefectura, el Municipio, del Ejército, de la Policía y de la Iglesia. Si se trata de una celebración institucional, su presidente. Los demás deben tomar asiento en las primeras filas.
La delegación es algo de mucho respeto. Una autoridad no puede delegar a un acto cívico a un funcionario o un asesor. Lo podría hacer a otra persona de su mismo rango: El alcalde al vicealcalde o un concejal; el prefecto al viceprefecto o un consejero; El gobernador al intendente de policía.
Otro tema que debemos cuidar es la ubicación de las banderas. Si solo va la nacional y la cantonal, la nacional debe ir a la derecha y la otra a la izquierda, con relación a la mesa directiva. Si colocamos tres banderas, la nacional irá al centro, la provincial a la derecha y la cantonal a la izquierda. Junto a la Tribuna Cívica, las banderas estuvieron mal colocadas.
Concluida la intervención de la máxima autoridad presente, se debe entonar el Himno Cantonal, si la fiesta es cantonal; o el Himno a la Provincia, si la fiesta es provincial. Luego vendrá el brindis y otros puntos secundarios.
En el Minuto Cívico del 3 de Julio se le quitó brillantez al evento presentando una agenda cultural.
Repito, en el protocolo no debe imperar el criterio político o el de amistad, deben respetarse las normas establecidas. Es tan sencillo, como seguir un orden del día en una sesión de Concejo debidamente aprobada.
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