La verdad os hará libres

No existe documentación que permita afirmar la existencia de Jesús en la antigua Galilea; apenas, Flavio Josefo, un historiador romano lo menciona en un pequeño párrafo de su obra como un ejemplo del uso de la crucifixión como castigo a los delincuentes, en aquellos tiempos. Sin embargo, creyentes y no creyentes, en la actualidad, festejamos su nacimiento.


No podemos estar seguros de la fecha de su nacimiento porque recién, siglos después, el Papa Bonifacio VI, en el año 607 decretó que la medición del tiempo debía estar basada en el nacimiento de Jesús. Años antes, Dionisio el Exiguo, matemático romano, basado en la Biblia había determinado que Jesús nació el 25 de diciembre del año 753 de la fundación de Roma. Con ese antecedente se transformó el año 753 en año 1 de la Era Cristiana.


Tampoco podemos estar seguros de sus palabras, porque Jesús no dejó una sola página escrita por él. Décadas después de su muerte, fueron sus discípulos quienes lo hicieron, basado en sus memorias. ¿Sabía escribir, Jesús? No hay prueba que pueda afirmarlo.


Sin embargo, en el siglo XXI, nadie pone en tela de duda su existencia, sigue vigente su presencia y siguen vigentes sus enseñanzas. Su influencia en la vida humana, tanto en la personal como en la social no ha perdido fuerza. La vida actual no puede entenderse sin la existencia de Jesús.


¿Qué es lo que torna tan poderosa su existencia?


Su prédica, que apenas duró 3 años, no estuvo dirigida a crear o condenar ningún partido político, ni forma de gobierno; tampoco estuvo dirigida a crear una ideología o iglesia. Sus palabras estuvieron dirigidas a todos los seres humanos que quisieran escucharlo, sin distingos de etnias, sexo, profesión, educación, nivel social y económico, orientación sexual, edad, o lugar de nacimiento. Sus enseñanzas llevaron a la humanidad a pensar en la verdad como objetivo de vida y a buscarla como el único camino para alcanzar la paz y la concordia.


Jesús fue un revolucionario en el sentido pleno de la palabra. No se quedó en el odio a los demás y al pasado, no se ubicó en la violencia verbal o física, sino que mostró la existencia de otra forma de entender el mundo y las relaciones, siempre tuvo una palabra amable para enfermos, desvalidos, los excluidos y también para los dirigentes y poderosos porque, según sus palabras, “de todos es el reino de los cielos”.


El torcer la verdad, el manipularla para alcanzar fines personales o grupales no fue lo que predicó Jesús. “La verdad, os hará libres” fue su consigna y con ella transformó el mundo de ese entonces, y el mundo de todos los tiempos, porque la verdad es la meta de los hombres de buena voluntad.


Que estas navidades renovemos nuestro propósito de buscar la verdad, aunque ella nos duela, aunque no sea la que nosotros prefiramos. Porque la verdad es fuente de bienestar y dicha. Así lo proclamó Jesús.


Feliz Navidad para todos los ecuatorianos.