La corrupción institucional en la actualidad, no se mide por el grado de impacto que tiene ésta en la sociedad, sino por el volumen de negociados que ciertos funcionarios corruptos y dirigentes gremiales de baja monta, realizan en favor de sus bastardos intereses.
La difusión de vacantes o la creación de nueva burocracia no se promociona institucionalmente como un Concurso de Méritos y Oposición, sino como el manejo protervo de las relaciones de corrupción que los seudos dirigentes imponen en cada institución pública. Claro, con escasas excepciones, que no hacen la diferencia, pues la red de corrupción crece en forma progresiva y se trasmite por los lazos putrefactos de la politiquería imperante.
Hoy, los Concursos de Méritos y Oposición, se quedan en la convocatoria, en la ingenuidad y en la sinceridad de sus postulantes, pues tras las pruebas amañadas y las calificaciones arregladas, están las uñas sucias y la mente negra de los comisionados; para ellos, cualquier sarmiento, es una posibilidad de acrecentar el lodo descompuesto de sus miserables vidas.
En el Ecuador, la capacidad intelectual se mide por el grado de arribismo y excelentes relaciones societarias de los payasos en los tribunales de selección, donde el pulso de la oferta y la demanda por los cargos burocráticos -materia del seudo concurso- permiten redituar por partida doble a los buhoneros del poder. Por una parte, incrementan su activo por la venta del concurso, y por otra, entablan una relación de dependencia moral con el inconsecuente favorecido.
Este es el virus letal que ha originado la pandemia de corrupción en el sistema burocrático del Estado. De aquí nacen los grandes atracos y negociados a la riqueza del país; dando como resultado las acaudaladas fortunas de los vivos de cuello blanco.
Contra este sistema debemos revelarnos y a estos símiles de batracios debemos combatir; no desmayemos en nuestra lucha y continuemos unidos hasta la batalla final, para que esto suceda les deseamos: …buen viento… y buena mar.
