¿Y ahora qué?

Si bien es cierto que la furia de la naturaleza puede causar tragedias impredecibles, también es verdad que algunos eventos derivados de esta crítica situación ambiental, donde también está metida la mano dañina del hombre, se pueden prevenir.

Todos sabemos que producto de las fuertes precipitaciones lluviosas, caídas en la Provincia de Esmeraldas, que son la consecuencia de la presencia del invierno y la llegada de El Niño, más la suma de los aguajes produjeron desbordamientos de ríos, inundaciones, deslizamientos, derrumbes, daños de carreteras y puentes, pérdidas de enseres, animales, cosechas, caída y destrucción de casas y, lo más lamentable, el fallecimiento de dos personas.


Del análisis que he realizado de este fenómeno, concluyo que no estamos preparados para enfrentar este tipo de emergencias; que no ha habido la suficiente planificación, ni planes de contingencia; que todas las casas que se han caído o se han inundado, han sido construidas en zonas de alto riesgo o se encuentran donde no hay, o son pésimos los sistemas de alcantarillado de aguas lluvias, es decir, se construyeron en cauces u orillas de los ríos o que se hicieron cerca de barrancos o en lomas frágiles.


¿Y ahora qué, qué hacemos frente a este grave problema del medio ambiente que tenemos, que hay que buscarle solución? ¿Vamos a permitir que la gente siga con el riesgo de morir, que vayan de los albergues a donde han estado viviendo? ¡O todos actuamos con responsabilidad, mitigando o reduciendo estos riesgos, que pueden causar graves catástrofes! Yo creo, que hay que hacer un estudio técnico-humano de esta emergencia.


Hasta que el Miduvi construya viviendas en zonas seguras para toda la población damnificada, se debe permitir el regreso a sus hogares a quienes estén en menos riesgo, readecuándoles su vivienda y espacios, enseñándoles planes de contingencia, para que puedan protegerse y a los que estén en zonas más vulnerables no se les debe permitir el retorno a sus edificaciones, porque potencialmente pueden morir.


A ellos se les debe dar un bono de una cantidad moderada de dinero, por familia, para que alquilen una casa en áreas habitables. ¿Y ahora qué, seguimos habitando en una casa construida en zonas de riesgos o precautelamos nuestra vida?