El año anterior, una propuesta difundió el Gobierno para solucionar los problemas presupuestarios, la Senplades iba a elaborar un proyecto para la optimización de los recursos humanos. Significaba, la supresión o fusión de entes administrativos y técnicos para obtener eficiencia y ahorros, pero, llegó una orden suprema para que se entregue en el 2016. El acatamiento fue inmediato, se perdieron recursos y tiempo para llegar a este año de olvido, la palabra austeridad no tuvo ni tiene cabida en las ‘mentes lúcidas’, ni aun después del terremoto, reactivándose la terquedad, como una acción a más no poder.
Aseguran que la terquedad en las personas produce incapacidad para atender razones y realidades, la creencia de ser inteligente, la inadmisión de sus errores, el miedo a perder el norte y su propia credibilidad, la acumulación de exagerado orgullo, la necesidad de ocultar hechos; peor aún si la terquedad es colectiva, permanente y sectaria.
Se comentó y pidió con análisis y argumentos cordiales, sensatos y prudentes la disminución de una burocracia obesa localizada en: 43 ministerios, 67 viceministerios, 221 subsecretarias; la planta central del Ministerio de Educación con: 1 ministro, 2 viceministros, 5 coordinadores generales, 8 subsecretarios, 38 directores, aparte de asesores, que han dejado hasta ahora muchas reformas y elevado despilfarro.
Ya vendrán tiempos de auditoría y fiscalización, mientras tanto, tengamos claro que la terquedad llegó con PhDs que obtuvieron un especial título aprobando prepotencia, soberbia y muchos prejuicios, por contagio y sumisión.
Creo que ya algunos o muchos estamos tercos, para combatir a la terquedad oficial por los daños que ha causado.
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