Rogelio Morales Cattani
Una clase política que utiliza a individuos con personalidades fuertes, son parte de las razones para que en ciertas democracias débiles se hayan instaurado “dictaduras democráticas” de cuyas acciones varias naciones sufren hechos dolorosos, diásporas incontenibles, necesidades básicas no resueltas y afectación general al comportamiento de una sociedad en crisis.
“La desobediencia al mal es un deber, tanto como la obediencia al bien” (Gandhi)
Cuando los autócratas no toleran las discrepancias, cuando los abusivos se van contra la gente que les cuestiona, o arremeten contra la prensa que no es de su línea editorial, el totalitarismo se ha instaurado, y si no se lo combate oportunamente, el pueblo es el más afectado. No existe tiranía más hipócrita y salvaje que la que se ejecuta en nombre de la justicia y bajo los intereses de grupos de poder.
El marketing, la desinformación y la abusiva utilización de las redes sociales, cada vez hacen más daño psicológico a quienes viven pendiente de un teléfono inteligente, precisamente de eso se aprovechan los que juraron ser demócratas para rápidamente convertirse en “cleptócratas”, fascistas y tiranos de su propio pueblo.
En democracias frágiles, la impunidad es otro de los fenómenos que no tardan en aparecer. Es importante saber que estamos dispuestos a hacer en nombre de la verdad y la paz social que tanto preocupa a todos. Actuar debería ser uno de los retos en una sociedad confundida y aterrorizada.
Cierto es que se puede sentir impotencia al momento de protestar, la falta de respuestas de los diferentes gobiernos provoca esto. Lo que no puede dejar de hacerse es reclamar con altura, con firmeza y “opinar constantemente” desde el lugar que nos corresponda. A los fascistas quienes suprimen la información, o la reemplazan con mentiras, como método de engaño colectivo, hay que enfrentarlos con argumentos.