Intelectuales

Patricio Durán

Al Presidente de la República se le ha escuchado algunas veces denostar la palabra “intelectual”. Parece que no le gustó la carta que le enviaron los “Intelectuales del Mundo” –el año pasado- por su decisión de poner fin al convenio de comodato con la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE), desde ahí les cogió ojeriza. Está carta estuvo firmada por un Premio Nobel de la Paz, escritores, profesores de prestigiosas universidades del mundo, investigadores…

Los intelectuales, en sus congresos, tienen la costumbre de siempre “pegarle” a alguien. Esta vez lo hicieron con el perínclito varón que gobierna a los ecuatorianos y eso no le causó ninguna gracia. Políticos e intelectuales parece que no se llevan mucho, pero tras cualquier acción de un político se puede encontrar algo dicho por un intelectual tiempo atrás.

Al Presidente le gustan las frases célebres de los intelectuales, por eso en sus discursos y en las “sabatinas” le gusta lucirse con juegos de palabras, frases hechas, eslóganes, lemas, etc. Estos alardes son de una fatuidad insufrible en un político moderno, pues parece que dice mucho pero no dice nada. El campo intelectual es por definición la conciencia. Un intelectual que no comprenda lo que pasa en su tiempo y en su país es una contradicción andante que, al parecer, aqueja a los “intelectuales revolucionarios”.


Sería interesante saber que autores ha leído el Presidente –aparte de Eduardo Galeano y su ensayo “Las venas abiertas de América Latina-. Está claro que no ha leído a Montalvo, Martí, Locke, Hobbes, Helvecio, Voltaire, Rousseau, Montesquieu -y su división de poderes-, a Eric Hobsbawn, a Weber, en fin, la lista de los intelectuales que le falta por leer es grande, y como sabe que no puede ponerse a la altura de uno de ellos, entonces los denigra.