¡Morbo!

Andrés Pachano

Uno de los principios fundamentales a ser cumplidos por los seres agrupados en sociedad, es aquel que obliga a la adhesión a la causa de su congénere, a cumplir el principio de la solidaridad. Eso es vivir en comunidad.

La semana que pasó, aquí en nuestra ciudad, con pavor presenciamos como, con total indolencia, ese principio fue alterado, violentado de manera cruel. Mediante ese nuevo mundo bautizado como “redes sociales”, vimos con estupor, indignación e ira la grabación realizada al instante preciso de la horrible circunstancia dolorosa del asesinato de un hombre. Era ¡UN SER HUMANO!, al que quitaban la vida en ese instante a la vista de todos y la gente impasible relataba la cruel circunstancia. ¡Qué le pasa a nuestra sociedad! Cuesta entender esa actitud, reñida con el elemental sentido de convivencia social.

En esa enferma transmisión, replicada sin pudor miles de veces por esos noveles medios de comunicación, no vimos ni un ápice de solidaridad ciudadana, al contrario se escucha un pedido de “…no baje…” talvez refiriéndose a un íngrimo intento de prestar ayuda. Todos quienes habían estado presentes en ese ignominioso acto de filmar y grabar ese asesinato, muestran una conducta indolente por decir lo menos; ¡ni siquiera un grito de alerta!, peor una actitud de socorro.

Se justificará acaso diciendo que es la respuesta a un instinto primario de conservación, de supervivencia; cierto, pero a la luz de los hechos era uno solo el criminal frente a muchos que miraban la escena, quizá hubiese bastado solo una intención de ayuda.

La réplica en progresión geométrica de esa espantosa filmación a través de esos mismos medios debe haber alcanzado cifras muy altas. Y luego, casi al instante, la divulgación, también en esas redes, de la grabación en video desde el interior del taxi de la víctima de su cruel asesinato. ¿De dónde salió esa filmación?, las autoridades respectivas están llamadas a investigar y proceder al respecto.

El morbo, ese interés malsano, esa atracción por lo desagradable, incita a la ominosa acción para propagarlo infinitamente. ¿Vale más un “me gusta” del lenguaje de las redes, antes que la vida de un ser humano?

¡Qué nos pasa!