La lucha contra la corrupción debe ser una política de Estado y no transformarse en vivezas del poder para no asumir su absoluta responsabilidad al haber creado todo un sistema para la impunidad. La persecución y juzgamiento a quienes han incurrido en actos inmersos o vinculados a la corrupción corresponde solo a la administración de justicia que ejercen los jueces y las juezas del área penal, y a los fiscales dentro de las atribuciones y responsabilidades determinadas en el Artículo 195 de la Constitución.
En ese marco legítimo y jurídico, los fiscales gozan, en teoría, de independencia interna para cumplir sus funciones y emitir sus dictámenes, sean acusatorios, abstentivos o mixtos. La jueza en el caso ‘Petroecuador’ devolvió al fiscal el dictamen, violando la ley procesal que obliga a que los dictámenes de los fiscales sean conocidos en audiencia, sobre la base de la oralidad, mas no en sabatinas y circos que solo demuestran que la justicia tiene un juez omnímodo que, obnubilado por supuestas conspiraciones, trata de endilgar a otros sus propias responsabilidades.
Si quería perseguir y ser parte en el juicio, asuma su responsabilidad, acuda al juicio con la correspondiente acusación. El Consejo de la Judicatura, dirigido por el exsecretario particular del Presidente, no puede incidir tampoco en las resoluciones o criterios de fiscales y jueces, porque se aleja de las normas constitucionales (Art. 168 numeral 1 de la Constitución).
Lo que correspondía, en un caso tan delicado y de tanta repercusión social, era que el Fiscal General ejerza con dignidad sus funciones y dicte políticas que deben ser acatadas, a fin de que no haya sorpresas o actitudes inexplicables.
Todo esto solo ratifica la grave intromisión en las funciones de los fiscales y jueces, bajo el membrete de control disciplinario. Actos como estos no se han producido ni en las peores dictaduras del pasado. Mejor sentencien en el micrófono.
Frases
«Las injurias son las razones de los que tienen culpa”.
Jean-Jacques Rousseau
Filósofo francés (1712-1778)
«De todas las reacciones posibles ante una injuria, la más hábil y económica es el silencio”.
Santiago Ramón y Cajal
Médico e histólogo español (1852-1934)