POR EL OJO DE LA CERRADURA

Los políticos juegan con el destino de los pueblos, esta situación ha producido una masiva desconfianza.


El Estado no entiende ni quiere entender a los débiles. Se ha preocupado de la macroeconomía y del pago de la deuda. El bienestar social está en el abandono. El resultado está a la vista: la destrucción económica de la clase media y la miseria.


El trabajo de los políticos es una actividad comercial: es la venta de hombres. Los diputados venden sus votos, los militantes del partido de gobierno exigen su participación.


¿Por qué la dirigencia de los trabajadores y campesinos no guardan compostura? Hace muchos años proclamaban la lucha de la igualdad económica. Y lo consiguieron. Vemos entonces diferencias abismales en la clase trabajadora. Los privilegiados y los maldecidos de sus propias conquistas.


Aquí, los médicos han estudiado para taxistas. La formación de administradores, arquitectos, ingenieros ha servido para la desocupación. País de contrastes el nuestro: multiétnico, multicultural… multiexcluyente.


Nathaniel Nash dice en The New York Times: casi todos los países latinoamericanos han adoptado alguna forma de modelo en materia económica de libre mercado. El resultado ha sido sorprendente. La inflación ha descendido considerablemente y ha comenzado el crecimiento por vez primera en muchos años. Pero el costo social ha sido elevado. Para frenar los gastos del gobierno, miles de sus empleados han quedado cesantes, los programas de asistencia social se han reducido y la competencia extranjera ha obligado a cerrar muchas empresas nacionales, incrementándose el desempleo.


Es como enseñar al caballo a vivir sin comer. Pero cuando al fin aprende, puede haber muerto.