Indiferencia o complicidad

La crisis diplomática y fronteriza que nuevamente enfrenta a Venezuela y Colombia ha sido el escenario preciso para mostrar las posiciones de los gobiernos de América Latina, donde lamentablemente se advierte un silencio ensordecedor que lastima la débil democracia que se vive en el continente.


No decir absolutamente nada cuando un gobierno prevaliéndose de la soberanía abusa de los derechos de personas indefensas y rompe con la llamada doctrina Roldós que busca que la política internacional se someta a la libertad y a la vigencia efectiva de los Derechos Humanos, constituye por decir lo menos un hecho desolador, pues demuestra que en América Latina se juega al son del cálculo político y de las necesidades coyunturales que bajo el pretexto del principio de no intervención se prefiere callar soslayando aquella obligación de defensa de los Derechos Humanos.


Lo más grave es el hecho que hoy se vive un verdadero embrujo de los derechos, pues por un lado existen constituciones que contienen un amplio catálogo de derechos, pero lamentablemente, de forma estratégica, son debilitados en el mismo cuerpo normativo por la presencia de un hiperpresidencialismo, de una endeble división de funciones, de una justicia desdoblada entre casos políticos y casos fáciles donde la independencia se encuentra condicionada y permite su uso de forma selectiva.


En este sentido, el caso de Leopoldo López demuestra, con lujo de detalles, el nuevo modelo que atosiga a algunos países de la región y que a pesar de su incongruencia democrática, el resto de estados únicamente sienten una preocupación que muere con los años de cárcel que de forma desproporcional ha recibido un opositor que no merece el respeto del debido proceso por tratarse de una persona que ha delinquido contra el gobierno mesiánico.


El abuso del Derecho y la embriaguez de la soberanía son dos de los brebajes que han envilecido a los pueblos que paulatinamente han caído en un juego maniqueo de revanchismo y división. ¿Será que alguna vez los países dejan la forma y deciden proscribir a los nuevos caudillos que han hecho de la Constitución su nueva arma para un autoritarismo progresista?


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