Izquierda y crisis

Hay un fantasma que deambula en los gobiernos de América Latina del denominado giro a la izquierda y se llama corrupción en las altas esferas. Esto no supone, por cierto, que los gobiernos de derecha estén exentos de este cáncer social; sin embargo el efecto en la opinión pública es más fuerte en los primeros, porque prometieron la refundación de sus países en un clima de absoluta transparencia, rendición permanente de cuentas y con un alta participación ciudadana, pero sobre todo de los más pobres y marginados. Las protestas en Brasil y la caída de la aceptación de su presidenta dejan ver que ahí no se fumigó lo necesario contra la delincuencia burocrática y que la gente perdió la tolerancia ante lo evidente.


En Venezuela, la situación es aún peor, pues nadie ahí y tampoco en el mundo se explica por qué y cómo los familiares del expresidente Hugo Chávez siguen manteniendo un estatus socioeconómico inalcanzable para la mayoría de la población. Tampoco nadie se explica cómo este país, bendecido por los recursos naturales esté en estado de desabastecimiento permanente y que la gente venezolana cuando llega de vista a otro país mira con alucinamiento las perchas de los mercados y las farmacias, sin que ello desconozca que Venezuela no ha podido cambiar su modelo rentista desde el boom del petróleo a inicios del siglo pasado.


En el sur la cosa tampoco es diferente, un segmento de la población argentina mira absorta como se ha producido un escalonamiento económico de ciertos burócratas en el kichnerismo. En Venezuela a este segmento se le llama boliburguesía o los nuevos ricos. En Ecuador, también es vox populi cómo un segmento de políticos ha pasado en menos de una década de un estatus económico deplorable a otro por encima de las nubes. Entre las justificaciones que se dicen se encuentra la posibilidad de hacer préstamos hipotecarios, pero los beneficiarios tendrán que enseñarnos cómo se puede pagar deudas mayores a cien mil dólares por una “casita”.


Lamentablemente, la corrupción es transversal y está en todas partes, sin embargo en países donde se dijo que se la iba a combatir, duele más que esto no suceda.


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