La mala memoria

Quienes ya cruzamos la barrera de los setenta solemos quejarnos de los fallos de nuestra memoria, sobre todo sobre asuntos cuotidianos, o de acciones olvidadas segundos después de pensar en ellas. Pero pareciera que también los pueblos y la humanidad misma padecen de este mal: con el agravante de diagnosticarlo como “memoria selectiva”: se sacan a luz los errores y los crímenes de determinadas instituciones, países, épocas; pero se sepultan en el olvido voluntario equivocaciones y hasta delitos sangrientos de otros.


Podemos constatar una conducta evidente en estos días: se sacan a luz los males del capitalismo, sobre todo del ‘salvaje”’ por sus excesos hacia un par de siglos, males reales sin duda y merecedores de condena, pero sobre todo de corrección, se recalca su tendencia a la excluir y a descartar; pero se pasa de largo frente a las indudables, evidentes violaciones de los Derechos Humanos más elementales por parte del comunismo internacional en sus diversas concresiones nacionales.


De igual manera se pide clemencia y acogimiento para muchos migrantes y desplazados, pero se olvida las negativas de sus propios correligionarios o hermanos étnicos a recibirlos; o se descuida el hecho comprobado de la infiltración de terroristas entre ellos: hombres jóvenes con abundante dinero, trayectos planificados con exactitud, horarios de trenes, lugares de descanso, acompañados siempre por poquísimas mujeres y niños, a quienes se coloca siempre al frente para las fotos, con el fin clarísimo de provocar compasiones y sentimientos solidarios. Se olvida el peligro latente, se lo minimiza, se lo oculta y se avergüenza o denosta a quienes desean recordar.


Entre los desmemoriados no solo se cuentan los hombres de mala fe, para quienes la manipulación de los recuerdos sociales se convierte en método para medrar, dominar, sacar ventaja; también brillan entre ellos personas buenísimas, de enorme voluntad para la comprensión y la solidaridad; tal vez padecen de esa moderna enfermedad: la ‘políticamente correctitis’, epidemia arrasadora y, al parecer, sin remedio.


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