Delincuencia

Los comportamientos sociales con relación a las normas escritas son contradictorios y por sancionadora que sea una ley, la gente busca pasarse por encima, eso explica porque la delincuencia sigue campante y creciente. Hay delincuentes que roban y asaltan casas con potencial de asesinar y también los hay de alta alcurnia con corbata y Mercedes Benz.


Los sociólogos aducen a la desigualdad social, en alguna medida puede ser, pero la otra razón es la mentalidad torcida de unos cuantos individuos, que en buena medida obedece a su entorno infantil. Las motivaciones van desde el “desafío” de lograr un asalto pasando cualquier tipo de seguridad o la venganza o el deseo de hacer dinero fácil, aprovechándose de la debilidad o el descuido de las víctimas que son sorprendidas en cualquier momento.


La delincuencia se desborda por todo lado y hoy es en las parroquias periféricas, donde anidan bandas de delincuentes, pues hay rincones alejados y caseríos donde paran estas gentes que huyen de otros lados, donde son buscados y la policía tiene apenas uno o dos hombres y poca información.


Robos y asaltos son reiterativos; hace poco el párroco de Nayón suplicaba acciones contra la delincuencia, pero al parecer nada. La policía explica y muestra fotos de delincuentes pescados infraganti y dice que los encerraron, pero gracias a sus abogados salen de inmediato y quienes son testigos de su propia desgracia temen presentar denuncias, lo que implica resignación frente a lo incontrolable.


El nuevo Código de penas aportará algo en concreto para detener este mal que asola todas las urbes, donde la droga envalentona al delincuente que pasea con sonrisa en el rostro, porque sabe que no pasa nada y el mundo sigue igual. Se requiere inteligencia y valor ciudadano para aportar al control.

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