Mundial

No, no hablo del mundial de fútbol. Muy temprano y fuera de lugar. Quería titular estas líneas Santa Palabra, una expresión familiar que se usaba para denotar algo maravilloso o por lo menos fuera de lo común. Pero hoy es una cosa o fenómeno totalmente diferente, con decir que ya es dominio de YouTube, tendencia y culto.


Volvemos a santa, a palabras y a proclamas recientes. Cuando hablamos de algo santo ya estamos, entrando en el ambiente religioso y por lo tanto fuera del control de las leyes físicas. Intercalando, recordemos algo muy citado en el Evangelio que tanto leen mis hermanos compatriotas, católicos y creyentes devotos. Cristo dice: “Mi reino no es de este mundo”. Para mí, está poniendo distancia entre la religión y la política, hace dos mil años.


Entonces, cuando oigo algo sobre una palabra sagrada, pienso inmediatamente en el ámbito religioso. Los fieles cristianos pensarán en un sermón, en una encíclica, en la Biblia y yo pienso en las palabras sagrado y sacralizar. Los diccionarios me dicen que sagrado se refiere a la divinidad, al Dios del Evangelio o de otra religión, y sacralizar es hacer sagrado a la palabra, un objeto, a una persona.


En la religión Católica, no son los curas de parroquia los que sacralizan algo, eso está reservado para el Papa como cuando a una persona muerta la declara santa o la canoniza. Pero un presidente de república no puede hacer santo a nadie por más deseos que tenga y su palabra no es sagrada. Nunca lo será. Siempre será una palabra política, cambiante según los vientos que soplan. Peligrosa lección para la juventud a la que tanto decimos defender. La mentira destruye a la persona y su educación.

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