Sin alcalde

Mientras tenemos un Presidente que está omnipresente, en Quito sucede lo contrario. Parecería que la ciudad tiene un alcalde ausente. La capital registra un problema que se viene convirtiendo en crónico desde la anterior administración: la inexistencia de un liderazgo que permita llevar a buen puerto los problemas que se agudizan diariamente: la movilidad, la inseguridad, el expendio y consumo de droga, la contaminación ambiental y el descuido por el ornato público. Tanto la administración municipal de Alianza PAIS, así como la de SUMA evidencian un déficit para sintonizar con el deseo de los quiteños.


Las cifras de aceptación del Alcalde capitalino registran una caída estrepitosa. Esta realidad no le alcanza para mantenerse a buen resguardo en el Municipio en temas de aceptación y peor aún en soñar en una presidencia que está muy pero muy lejos. Las mismas cifras dan cuenta que el remedio (entre comillas) resultó peor que el problema. La ganancia de Rodas no subsanó el malestar de la ciudadanía con Barrera. En este contexto, habría que analizar por qué esto no ocurría con las administraciones que el Gobierno denomina como de la partidocracia. Al contrario, la población tiene una alta valoración por las alcaldías de Paz, Sevilla, Mahuad y Moncayo, de la Democracia Popular y la Izquierda Democrática.


Quito sigue en espera de un liderazgo que contribuya a salir del letargo de los últimos cinco años, pero también la ciudadanía capitalina se ha dado cuenta que la estrategia del populismo, esa de polarizar a la gente en buenos y malos, le condujo a votar por una nueva figura por salir lo más rápido del oficialismo, y eso fue una mala decisión. Estas lecciones sirven para evaluar el voto de cara a las elecciones del 2017.


En fin, queremos soluciones del Concejo Metropolitano y no más telenovelas con fines trágicos, sesiones interrumpidas abruptamente, la falta de posturas claras respecto de la política nacional. En otras palabras, queremos un alcalde pilas, que actúe con coherencia, que deja el discurso de la política light y que dé cara a los problemas sin tener pánico de enfrentarse al vecino de Carondelet.


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