El Presidente y los economistas

Santiago Armijos Valdivieso

Con expectativa nacional, se llevó a cabo el debate económico entre el Presidente de la República y los economistas Mauricio Pozo, Alberto Dahik y Ramiro González. Digo con expectativa, porque muchos ecuatorianos aspiramos que de dicho evento, surjan ideas técnicas de consenso para enfrentar los graves problemas económicos que afectan al país.

Lamentablemente, la reunión se redujo a una defensa presidencial a ultranza, de que las decisiones gubernamentales económicas tomadas desde 2007, han sido las correctas e inobjetables.

En términos generales, los economistas participantes motivadamente y con razón señalaron: un excesivo gasto y endeudamiento público, falta de previsión al escenario de baja sustancial del precio del barril de petróleo, falta de condiciones para la inversión extranjera, enorme burocracia pública y clientelismo político.

Reconociendo que existen obras importantes del Gobierno como carreteras y escuelas, es incuestionable y lamentable decir que la situación económica del Ecuador sigue dependiendo en sumo grado -al igual que en el pasado- del precio del barril del petróleo; y que en todos estos años no ha existido ningún milagro económico, pues todo el crecimiento económico tuvo como actor, simple y llanamente al caprichoso precio del petróleo.

Por ello, en la dura senda de la realidad, debemos aceptar que al haberse acabado el tiempo de bonanza petrolera, el Presidente debe gobernar con austeridad y responsabilidad, buscando fuentes alternativas de crecimiento, que bien podrían ser la inversión privada interna y externa, la cual llegará cuando exista seguridad jurídica.

Para lograr ese difícil objetivo, un buen paso inicial sería dejar de impulsar las reformas constitucionales, y especialmente la reelección indefinida, cuya aprobación sería un duro golpe a la democracia y a uno de sus principales fundamentos, que es la alternabilidad. (O)