Completa falsedad

El alto mando militar se presenta en el primer juicio de lesa humanidad que se realiza en el Ecuador. ¿A qué obedece su presencia? En este mundo desequilibrado solo hay dos respuestas: una, a que respaldan los Derechos Humanos, y, dos, que están en contra de los mismos.


Nadie que tenga un gramo de honestidad histórica duda del carácter represivo que tuvo el régimen febrescorderista. Desde el horrible crimen de los hermanos Restrepo hasta el ajusticiamiento de Arturo Jarrín, pasando por la masacre del comandante Cerezo y su compañera, fueron crímenes de lesa humanidad que no necesitan demostración y que han estado, y estarán, grabados en la conciencia nacional por siempre.


Lo que convierte a Febres Cordero en un tirano aborrecible es la desproporción de su respuesta ante un enemigo que practicaba la guerra con fusiles de palo. Una “democracia” pudo haberlos sometido dentro de la ley, porque su peligrosidad no era como Febres Cordero la pintó. Los mandos militares de entonces prefirieron obedecer ciegamente a su León y, ese es su crimen.


Pero Rafael Correa ha dicho que las Fuerzas Armadas tenían que cambiar, que no podían ser instrumentos de represión. La Comisión de la Verdad, por él instrumentada, debía ir al fondo del asunto y zanjar esa herida. Los familiares de las víctimas impulsan el juicio con justa razón y ahora el alto mando sale en defensa de qué, ¿de los Derechos Humanos o del derecho a la represión?


Rafael Correa en su laberinto, calla y se somete a la institución que ayer reprimió brutalmente. ¿No dice qué es revolucionario? ¿Comandante en Jefe? La defensa de este orden prostituido, esa es la razón verdadera, no importa sobre cuantos cadáveres y silencios se la tenga que hacer.
¡Revolución de pacotilla!


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