Hoy es Argentina

Triunfó la derecha en Argentina, no de mano de un político, sino de un empresario. ¿Eso es malo o bueno? Los ecuatorianos lo sabemos. Cuando a una nación se la maneja con criterio empresarial, se restringen las libertades, se ahorca al pueblo y se roba sin medida. ¿No fue eso lo que pasó cuando Febres Cordero era el capo mayor?


Ese es el caso de Macri, el empresaurio. La culpa no la tiene la derecha, la tiene esa seudoizquierda que actúa a nombre del pueblo y hace todo para fortalecer a la derecha: kirchnerismo, lulismo, correísmo en Ecuador. La derecha no hace otra cosa que cosechar lo que le dan sembrando. ¿Podemos reclamarle por eso? No, señor, en el juego político todo vale y hay que aplaudir al triunfador y criticar al perdedor, porque los aciertos del primero son los errores del segundo.


La democracia es la voluntad del pueblo, sí, eso es exacto, pero si los regímenes ‘progresistas’ fomentan la ignorancia política de las masas, entonces, no solo de qué se quejan, sino ¿qué esperan?, ¿qué baje el Espíritu Santo a iluminar al pueblo? Los llamados gobiernos ‘progresistas’ lo hacen todo mal porque no son revolucionarios, no crean, se les ocurre fórmulas tan perniciosas como sostener que para llegar al socialismo hay que fortalecer más el capitalismo.


Son agentes del reacomodo capitalista a nivel regional y mundial. Rafael Correa es el más sapo de todos. Tiene la audacia de creerse imprescindible y, aprovechando la borregada de la Asamblea, dejar preparada la alfombra roja de su regreso en el 2021.


Quizás para entonces su audacia infinita no vuelva a engatusar a los sectores populares. Hoy es Argentina, viene Venezuela, luego Ecuador. ¿Y la revolución? La quieren ahogar en la cuna, pero está bien, creciendo en el seno del pueblo.


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