El año que culmina tiene mucho para enseñarnos, tanto que incluso bien podría marcar una influencia directa en el 2016. Por esta razón, es momento que la ciudadanía empiece a reflexionar sobre varios detalles que han generado una lacerante realidad jurídica, política y económica.
El primer elemento que se deberá pensar es sobre la necesidad de mantener un “abultado tamaño del estado” que desafortunadamente no coadyuva a producir o generar riqueza sino que se encapsula en una abigarrada burocracia alejada de la convivencia entre grupos y personas de distintas tendencias e ideologías, que consume un gigante presupuesto y distorsiona la comprensión de los constantes cambios económicos y políticos mundiales.
Un segundo aspecto es la manipulación de las normas jurídicas o su constante vaciamiento de unidad y contenido que han llevado al ordenamiento jurídico a un abismo formalista completamente alejado de su espíritu garantista o defensor de derechos.
Un concepto que ha sido constantemente magullado y desnaturalizado ha sido la vigencia de las libertades, en especial la de expresión, pues se ha confundido el honor con la religión oficial y el respeto con la persecución penal. El resultado: una sociedad silente y temerosa que constantemente es impedida de obtener información y pensamientos que considere los más adecuados.
Por último, una fragilidad institucional ha erosionado desde el inicio mismo la vigencia de la Constitución de Montecristi y a cambio ha surgido un nuevo tipo de gobierno que se ha basado en la presencia incesante de factótums que se adaptan a cualquier posición más allá de su competencia para el cargo designado. A tal grado ha llegado el modelo que hoy sin pudor alguno se pretende aprobar un segundo bloque de enmiendas donde ser del Ejecutivo o del Legislativo ya no tendrá diferencia alguna, al fin y al cabo forman parte de un único y monolítico poder.
Espero que en el año nuevo 2016 surgan programas distintos que muestren a los ecuatorianos otros senderos diferentes al estatismo, al centralismo, al autoritarismo, al burocratismo, a la confusión jurídica y al aislamiento mundial.
¡Feliz año nuevo 2016!