Continuidad

Hace años, décadas, en la nueva prehistoria del Ecuador conocí ingenieros forestales, sociólogos y hasta psicólogos como gerentes regionales del ente de comunicación, en este último tiempo hemos tenido o tal vez tenemos todavía un agrónomo como director médico en uno de nuestros hospitales. Bravo, un adelanto inaudito en el año 9 de nuestra flamante historia. Igual excelencia vemos en el suministro de agua, en el mismo año 9, el primero de enero de 2016, viernes, día programado para tener agua en mi sector, no llegó una gota de, como repiten ahora, el líquido vital.


Con la cantidad de dólares obsequiados a administradores y contratistas, deberíamos tener por lo menos cuatro plantas y sistemas de agua potable óptimos. ¿Qué nos queda por hacer ahora? Agradecer tanta munificencia, tanto amor y repetir como loros que vamos avanzando como locos al precipicio, no perdón, al paraíso musulmán o hindú. Hay lecciones y prácticas tan arraigadas y de tan magníficos resultados (para cuatro sapos) que se siguen practicando con fervor y dedicación, solo basta entender ciertas palabras -accidental, transitorio, eventual- y ahí tenemos un potosí de beneficios y chantajes para mantener sumisos, inclusive, a profesionales hechos.


Hablando de universidades, un profesor accidental es el contratado cuando un titular sale en año sabático o en beca de estudios o, digamos enfermedad prolongada. Esos son accidentes de seis meses, un año, dos años y gracias. ¿Puede un accidente durar diez años? Como lo he visto y para que a una misma persona se le contrate cinco, siete, diez, doce años seguidos. Correctísimo para rodearse de pusilánimes sumisos que ni siquiera aprecian el estatus universitario. Esa práctica mafiosa fue adoptada eufóricamente por todo el sector educativo fiscal. Contratos de seis meses, de un año concentraron a miles (así como lo oyen) miles de borregos acoquinados, útiles para convocaciones y marchas. El año 9 de nuestra nueva historia continúa para convertirse en el año 10.

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