Otavalo (IMBABURA)
LA HORA En la Comunidad de Peguche, perteneciente a la Parroquia de Miguel Egas Cabezas, se encuentra José Pichamba, propietario del taller de instrumentos andinos ‘Ñanda Mañachi’, quien, con ayuda de su familia, elabora y exhibe para la venta al público estos artefactos y artesanías propias de este sector.
José fue uno de los integrantes de la recordada agrupación musical Ñanda Mañachi y cuenta que con esta labor empezaron desde hace 43 años.
Saca a flote su don
Desde muy pequeño, José tuvo esas aptitudes para construir los instrumentos andinos por su inclinación a la música. Con la ayuda de su familia cumple esta tarea en un rincón de su vivienda, donde está su pequeño taller, en el que sus sus hijos trabajan en la elaboración de estos aparatos.
Entre los que se pueden encontrar están la ocarina, la gaita tradicional, que se utiliza para el matrimonio y también para la celebración del Inti Raymi; el rondador, que típico ecuatoriano; la zampoña, las quenas, originarias del Perú y más.
José cuenta que la mayoría de estos productos se los venden en su propio taller y que no se distribuye a otros países. Los turistas llegan a este sector por la ayuda que prestan las agencias, en las que se les informa lo que pueden hacer por estos lugares. También van estudiantes de las diferentes universidades de la nación con el objetivo de hacer sus tesis sobre la música y las costumbres de la gente otavaleña.
Según el artesano, todos los días recibe a grupos de personas, nacionales como extranjeras, dependiendo de la temporada. “Lo que nosotros también ofrecemos es nuestra música con el grupo que tenemos formado por mi familia. Lo hacemos en forma gratuita y de esta manera promocionamos los instrumentos que hacemos”.
Los materiales que se utiliza para la elaboración de los instrumentos son la tundilla, la tunda, la caña de guadua, el carrizo especial, que se lo trae del sector vía a Urcuquí.
Se nesecita empeño
José menciona que su trabajo es garantizado y que los precios son convenientes (desde los 10 hasta los 15 dólares). “Yo los hago en color natural, lo que me interesa es que suenen bien, a muchos de los músicos que me han visitado les gusta mi labor”, explica.
Elaborar uno de estos artefactos le toma cinco minutos. Para demostrarlo, cogió los materiales y se puso a trabajar. Sentado en un sitio de su taller, con sus habilidosas manos iba dando forma a un rondador, de aproximadamente unos 15 cm de dimensión. Al poco tiempo se afina y se lijan los bordes de lo que será un instrumento de viento andino. Durante su fabricación fue necesario que la parte inferior este limpia para iniciar el amarrado de los carrizos y sean sostenidos con firmeza.
Finalmente, el artesano aduce que su casa es una escuela en la que cada integrante enseña a las nuevas generaciones. (PMHR)
Esta es una tradición, la de crear instrumentos musicales. En esta casa todos somos músicos y me alegro, porque ellos han puesto empeño en esta labor, que lo inculcamos desde los padres”.
José Pichamba
Artesano de intrumentos andinos
