Esa unidad

Este año será electoral, eso en nuestro medio quiere decir que la conciencia nacional será asaltada por un permanente espíritu circense rayano en el espectáculo surrealista. Nada ha cambiado desde los orígenes de nuestra patoja democracia.


Hay algunas variaciones en los actores sociales que protagonizan la contienda. La nueva clase aliancista es la novedad, burócratas sobre todo enquistados y aferrados a sus cargos a lo largo y ancho del Estado correísta. Con alguna razón blanden la bandera de haber hecho carreteras, represas e infraestructura. Este nuevo sector dominante, posesionado del Estado y liderado por el mejor caudillo populista de centro izquierda de todos los tiempos, es al que hay que derrotar.


Tan fuerte es su presencia que está produciendo el ‘milagro’ de unir el agua con el aceite. Se vuelve a cocinar la receta de siempre: una unidad electoral que vaya de la derecha, llamada centro, hacia la izquierda. Los mismos que en su momento vieron en Correa al Mesías salvador, recogen los restos para unirse en su contra, con el grave añadido de que ahora le abren las puertas también a la extrema derecha. Todo por la Patria, dicen.


Después del correato solo es posible un gobierno auténticamente revolucionario, que cambie la lógica de las alianzas: hay que ir de la izquierda al centro. Rafael Correa hizo la reforma que la izquierda “boba” y el centro siempre quisieron. El Ecuador que ahora tenemos es la materialización de ese proyecto. Esa unidad electoral le está mintiendo al pueblo, porque quieren hacer lo mismo que Correa pero con otro “estilo”.


Un proyecto revolucionario tiene que definirse frente a tres elementos: el Estado, el régimen de propiedad y el poder. A estas alturas de nuestra historia política, no puede haber medias tintas.

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