Impuestos prediales

Buen ciudadano es el que mide sus derechos con la regla de sus deberes. Pero eso implica hacer consciencia de que en ese trasfondo no perjudiquemos ni nos dejemos perjudicar por otros.

Al acercarnos el 4 de enero a cancelar el pago de los impuestos prediales urbano-rurales hubo sorpresa porque el costo subió y muchos sin conocer esa situación llevaron dinero tomando en cuenta el valor del año anterior. Duro y difícil debe ser para las autoridades que administran la cosa pública mantener una posición que a todos contente; pero vivimos en un país en vías de desarrollo, donde nos gusta pedir todo y en cambio somos malos contribuyentes con las obligaciones que nos impone la Ley.


Nadie está de acuerdo con el incremento del valor que se ha operado, porque la situación económica de los hogares de clase media y baja no pueden satisfacer sus necesidades que demanda la supervivencia del hogar debido a que los sueldos no alcanzan; pero también es cierto que la realización y emprendimiento de obras se hacen con presupuesto y nadie tiene la vara mágica para hacer milagros, lo cual obliga a que para sortear dificultades de ejecutoriedad de obras iniciadas y otras para las que en camino deben hacerse milagros para concretarlas.


Los latinoamericanos tenemos muchas virtudes como ciudadanos, pero también defectos entre los que sobresale el que de todo nos quejamos con un espíritu de contradicción que todo nos hace ver mal y nos disgustamos cuando llueve o deja de llover, lo que revela que no somos conformes con nadie y cuando se trata de tiendas políticas contrarias las rencillas se manifiestan en incentivar discordias y levantar el ánimo ciudadano haciendo ver que todo está mal. Debo expresar que me tocó acercarme a cancelar el valor de los predios de 2016 y mi modesta apreciación es que la atención es buena, las personas de la tercera edad y discapacitados tenían preferencia y el trato en general fue cordial.


Logré enterarme que muchos de los que protestan y que han sido autoridades en diversas funciones de la provincia, teniendo propiedades que superan los 200 mil dólares, apenas pagan valores irrisorios menos de 10 dólares, lo cual no se justifica y, según algunas autoridades actuales, ellos son los que en medios de comunicación colectiva alimentan enfrentamientos que no tienen razón de ser. Nadie es dueño de la verdad absoluta que no existe y la experiencia nos enseña que debemos ser buenos perdedores y dejar los revanchismos insustanciales que llenan de odio y conducen a equivocaciones que muchas veces se revierten con el paso del tiempo.