Las ‘vacas flacas’

Para pueblos como el nuestro, a lo largo de su historia, lo normal han sido los períodos de vacas flacas, es decir, más tiempo hemos pasado en crisis que en bonanza. Maldición de la divina providencia, dicen unos, otros le echan la culpa a “los indios vagos”, los de más allá a nuestra mentalidad y algunos creemos que son males estructurales.


Una izquierda revolucionaria tiene que comenzar reconociendo que los nueve años de AP han sido como un oasis en la permanente crisis de la nación. Ningún gobierno oligárquico como este ha ahorrado tanto invirtiendo en obra pública. Esa es una verdad como una catedral que solo la niegan los ortodoxos del capitalismo, los neoliberales y los ignorantes. Que haya sobreprecios o corrupción en los contratos es otra cosa, pero que se ha hecho la obra que jamás se hizo, no lo pueden negar ni los ciegos.


¿De qué se queja la oligarquía?, ¿de que Correa les ha hecho caminos para mejorar sus negocios?, ¿de que los banqueros han ganado como nunca?, ¿de que los empresarios tienen privilegios?, ¿de que los comerciantes se llenen los bolsillos?, ¿de qué se quejan?


El único que se puede quejar con razón es el pueblo, porque este Gobierno no hace nada por él. Las Juntas Parroquiales se quejan porque no tienen caminos, los pueblos indígenas porque la minería los mata, los líderes populares porque les tratan como a terroristas, los estudiantes, los barrios marginales, la conciencia nacional agredida por desatinos como el Plan Familia, la educación universitaria, el pensamiento crítico, la cultura, el pueblo sin trabajo.


La RC ha polarizado la lucha social, lo que quiere decir que si queremos salir de las vacas flacas hay que darle una vuelta más a la tuerca y luchar por un gobierno auténticamente popular.


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