Alianzas desesperadas por el poder

Con el perdón del plato que se sirve el mundo cristiano con motivo de la Semana Santa y que lo llamamos ‘fanesca’ que, al menos, un 90% de la población lo degusta. Decía que ofrezco disculpas porque al utilizar este término en política vale aplicárselo a políticos que han hecho de ella una profesión haciendo carrera y amasando dinero sin ningún escrúpulo ni remordimiento, de llevar a sus bolsillos lo que aportamos los ciudadanos por pago de impuestos y otros que provienen de recursos minerales, de la mano de obra calificada y el campesino que con su músculo hace producir la tierra forjando el porvenir de una Patria que se ve agitada por el canibalismo político de los que ayer ostentaron el poder y que jamás hicieron nada y hoy quieren unirse de manera amorfa para seguir en el mando que los embriaga de vanidad.


Pero sus ideas son contradictorias, porque no tienen fundamento y principios ideológicos que demuestren con proyectos qué es lo que pretenden hacer y por lo menos, en el peor de los casos, continuar lo que hasta aquí se ha logrado para no estancarnos y seguir viviendo el mundo de la desesperanza, a sabiendas que el agua y el aceite no se pueden mezclar porque no son misibles y jamás se podrán unir sus moléculas por más que se las agite. Los mismos de siempre, los que ayer se odiaron y colocaron placas de la infamia, los que fueron protagonistas de luchas intestinas al interior del Congreso donde corrió sangre de los superdotados físicamente que prefirieron el músculo y la ley de la selva, antes que solucionar las discrepancias por medio del diálogo, respondiendo a la ira y al coraje que cualquier ser humano con un poco de equilibrio mental lo hubiera evitado.


Estos son los que hoy ausentes de prebendas y con el frío de no poseer autoridad alguna, están buscando cohesionarse para volver a la corrupción del pasado. El pueblo ecuatoriano tiene entre sus hijos a personas con alto civismo y con un grado elevado de preparación para ocupar cargos relevantes que la historia sabrá reconocerles; pero, desgraciadamente, para participar en una lid de esta naturaleza hay que poseer dinero o hacerse financiar de los poderosos que después sacan con creses el dinero invertido. Además, que ciudadanos respetables cuidan su honor y el de sus familias que se exponen a diatribas, inventándoles situaciones no verdaderas, pero que las repiten diariamente con tal de ocasionarles daño.