Calamidades y ‘chimbadores’

“No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, dice el adagio popular; igual que: “No hay nada oculto bajo el sol”. O este otro: “la verdad en boca de mentiroso se hace dudosa”. Bien serviría, además: “Dime con quién andas y te diré quién eres”.


Todos los refranes conocidos o no, son aplicables al régimen. De hecho se ha jugado con ellos desde la ironía y aun desde la realidad y como bien sabemos no hay nada ni nadie que lo conmueva, que lo haga pensar diferente, que lo saque de tanta aberración manifiesta, en los errores que ha cometido y que podría enmendar.


Todo sabemos todo, ya no hay nada que descubrir. La falta de empleo, la caída estrepitosa de los precios del crudo, los problemas con el Issfa, la fatídica situación de los hospitales públicos, incluidos los del Iess donde, a manera de ejemplo, en el hospital San Francisco de Carcelén, de las cinco máquinas para hacer endoscopías, cuatro están dañadas y la única que funciona no se da abasto.


Nos han pasado paquetazos escondidos, porque la gasolina sube día a día, los impuestos nos caen como lluvia. Sabemos que los GAD están morosos con sus trabajadores, porque el Gobierno no entrega las asignaciones que les corresponde. Se conoce que China no nos da un centavo, porque no hay con qué garantizarle las deudas, y que se han vendido campos petroleros a empresas extranjeras.


A la vista pública está tanto baile y canto, tanto show del Primer Mandatario con la comisión de tránsito del Guayas, con el Emelec, con el Barcelona, con sus homólogos presidentes, en Madrid con los migrantes, en las sabatinas con ‘Aladino’ y otros cantantes de la farándula criolla. Todos hemos aprendido lo que es el “verdadero populismo”.


¿Qué más nos falta? Lo importante será mirar hacia el futuro con la esperanza de que esto se acabe cuanto antes, de que la oposición deponga sus intereses personales y, en una suerte de responsabilidad por el país, los candidatos piensen en la Patria como el fin último del quehacer político, más allá de los egos que con seguridad les convertirán en “chimbadores”.


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