El renacimiento de Ibarra luego del terremoto

Sitios. Cada de Gobierno en el día del retorno.
Sitios. Cada de Gobierno en el día del retorno.

Ibarra.

En enero de 1869 García Moreno ascendió de nuevo a la presidencia de la República; siguió manifestando a la provincia de Imbabura un cariño especial y volvió a visitarla con frecuencia.

Bajo su dirección la Convención Nacional de 1869 expidió un Decreto fechado el 14 de julio, ordenando el pronto restablecimiento de las ciudades destruidas por el terremoto y determinando los fondos que habían de invertirse en su reconstrucción.

Largas vacilaciones precedieron a la reedificación de Ibarra. El 18 de marzo de 1870, en una sesión pública, las intervenciones de José Nicolás Vacas y del Presbítero Dr. Mariano Acosta triunfaron y se votó la resolución popular de activar la reconstrucción de la ciudad.

Dos años después siendo muy adelantado el trabajo de la reedificación, el 13 de febrero de 1872, el Presidente García Moreno escribió al Obispo Dr. Tomás Antonio Iturralde: “Mi venerado señor y muy querido amigo. No sé cómo agradecerle su resolución de bajar a Ibarra después de Pascua. Escribo al Gobernador para que se prepare a bajar en todo el mes de abril, con las autoridades, escuelas, oficinas y guarnición aunque sea a vivir en tiendas de campaña o a cielo raso».

En vista de la insistencia del Presidente, el Gobernador Juan Manuel España dio el 10 de abril de 1872 el Decreto siguiente: “Desde el 22 del presente se establecerán en la ciudad de Ibarra todas las oficinas de despacho tanto políticas como municipales y judiciales y la guarnición militar; y desde aquella fecha se dirigirán a dicha ciudad cuantas comunicaciones oficiales y asuntos tengan relación con los servicios públicos”.

El Gobierno Supremo el 23 de Abril de 1872 envió al Gobernador el siguiente oficio: “El Supremo Gobierno aprueba la orden que ha expedido usted para que se trasladen a la ciudad de Ibarra todas las oficinas públicas el 22 del presente, y me ha ordenado agradecer a V.S. por su interés por la reedificación de la nueva ciudad. Dios guarde a V.S. Francisco Javier León”.

El retorno a la ciudad nueva

El 20 de abril de 1872, 19 peones transportaron desde La Esperanza los muebles y útiles de las dos escuelas y los colocaron en los planteles escolares de la nueva ciudad.

El 21 de abril, huelga ponderar la emoción de los habitantes, de gozo la gran mayoría, y a la febril actividad en hombres y mujeres para el transporte ajuar, de comestibles, de infantes incapaces de caminar, de aves y animales de corral…
Al despuntar el alba del 22 de abril, día lunes, todo bulle, y todo es bulla en La Esperanza. Se da la última mano a los cargamentos, a los paquetes, el enjaezamiento de los caballos… Alegremente empieza el desfile de las caravanas; grupos abigarrados que descienden a Caranqui, de allí a Chaupi-Estancia, en donde aprovechan la recta y flamante carretera hasta la “Ciudad Nueva”.

El día 22 transcurrió en un incesante trajinar entre La Esperanza e Ibarra, y en instalarse pasablemente en la villa resucitada. Esta comenzó a ser de nuevo la capital de Imbabura, después de tres años y ocho meses de haber sido tan solo sede de un Teniente Político. En el decurso de aquella memorable semana las gentes continuaron bajando a Ibarra, pues La Esperanza con la partida de las gentes iba resultando, de día en día, menos atrayente y simpática.

La reinstalación en Ibarra

El 27 de abril se publicó en Ibarra el siguiente oficio: «El día de mañana tendrá lugar la bendición de esta ciudad, nuestra cara patria, se celebrará una misa en acción de gracias a la Divina Providencia, por la nueva instalación…».

Aurora la más linda pareció a los ibarreños la que brilló sobre la cima del Imbabura, el día domingo 28 de Abril de 1872. Festivos repiques de campanas en una improvisada capilla de Nuestra Señora de las Mercedes convidó a los sobrevivientes que se agolparon en el diminuto templo y sus contornos. Allí estaba el Obispo Tomás Antonio Iturralde con su clero, el Gobernador Juan Manuel España con las autoridades municipales y cantónales, el Comandante de Armas Coronel Manuel Salazar con la compañía de soldados.

De La Merced arrancó la procesión, en dos largas hileras, cantando la letanía de los santos.

Llegados a la plaza principal se bendijo la naciente ciudad mediante las oraciones rituales. Luego regresó la procesión a la capilla de La Merced y se celebró la Santa Misa. Después del Evangelio el Canónigo Dr. Mariano Acosta pronunció un hermoso discurso en el cual tuvo estas entusiastas y proféticas palabras: «¡Ibarra! Patria mía, levántate del seno de las ruinas y la diestra del Altísimo te embellecerá. Tus calles serán espaciosas y pobladas. Tus plazas hermosas y afluidas de gentes de los mares. Tus aguas cristalinas y puras. Tus habitantes virtuosos y felices. Un ángel de Dios velará en las alturas de tus Andes para contener los desenfrenos de la naturaleza; y despejará el horizonte al amanecer de los felices días que se te prometen…».

Terminada la función religiosa la concurrencia se dirigió al Palacio Municipal. Aquí el Gobernador Dr. Juan Manuel España, en un corto discurso declaró que Ibarra quedaba rehabilitada como capital de Imbabura.

Entonces tomó la palabra el notable y entusiasta orador José Nicolás Vacas, o como familiar y cariñosamente le llamaban los ibarreños el «Señor Vaquitas» quien, cuando Ibarra, fugitiva y desolada, acampó en Santa María de La Esperanza durante cuatro años, no cejó un punto en su campaña de convencimiento para abandonar los hospitalarios campos de La Esperanza y retornar a los antiguos lahares.

Con profunda emoción e intenso júbilo, subido a la tribuna prorrumpió en un clásico y hermoso discurso que terminó con las siguientes frases: “¡Salve Ibarra! dulce patria mía, Ibarra asiento del honor, del valor y de la inteligencia. Bendito sea mil veces el fausto momento en que tu nombre vuelve a resonar entre los nombres de los pueblos vivos, surgiendo nuevo y brillante del polvo del olvido en que ibas a sepultarte… Loor eterno señores al Supremo Dispensador de todos los bienes; y después de él, a los hombres a quienes debemos tan señalado beneficio. Que la historia, depositaría fiel de todos los grandes sucesos, recoja los nombres del egregio Presidente actual de la Nación; del laborioso joven Gobernador de esta provincia, y de las demás autoridades locales, y los compagine con los del ínclito Miguel Ibarra, haciendo resaltar el 28 de Abril de 1872, junto al 28 de Septiembre de 1606”.

Esta segunda fundación de Ibarra fue firmada, en este acto solemne por las altas autoridades presentes y luego por el Presidente Municipal Dr. Rafael Peñaherrera, por el Secretario Joaquín Moran, por ciudadanos particulares: Manuel Alejandro Pasquel, Modesto Gómez Jurado, Miguel Cervantes, José María Pozo, Ramón Rosales, Aparicio Moncayo, Darío Almeida Marrillo, Mariano Manosalvas, Manuel Alejandro Cifuentes, Miguel Játiva, Nicolás Clerque, Luis Villafuerte, Darío Erazo, Teodoro Jijón, Pedro Recalde, Manuel Castelo y 100 más.

Al terminar la solemne sesión se resolvió un voto de agradecimiento al Presidente Dr. Gabriel García Moreno, al Gobernador Dr. Juan Manuel España y demás autoridades locales.

Todos estos documentos fueron enviados al Presidente de la República, y publicados en «El Nacional», el 20 de mayo de 1872.

(FUENTE: www.ibarra.gob.ec)