Para cumplir con su misión, la Casa de la Cultura Ecuatoriana Benjamín Carrión (CCE) ha gozado siempre de autonomía para estar liberada de las imposiciones del poder de turno y honrar el imprescindible postulado de que la cultura constituye patrimonio de todo el pueblo ecuatoriano, tan diverso en costumbres, creencias, tradiciones y posiciones ideológicas, cuyas manifestaciones culturales no deben encontrar límites o condicionamientos de gobierno alguno.
Por ello la CCE en la que se impulsa y proyecta la cultura a toda la sociedad, debe ser permeable a las distintas manifestaciones culturales, provenientes de todas las corrientes del pensamiento, y estar blindada ante las normas y directrices imperativas que puedan provenir del Gobierno.
De ahí que es absolutamente justo aspirar a que quien sea electo como presidente o presidenta de la CCE núcleo de Loja en las próximas elecciones, sea una persona libre de todo tipo de ataduras al poder gubernamental o a cualquier grupo de visión corta y mezquina.
Al igual que lo ha sido su valioso actual presidente el Dr. Félix Paladines, debería ser un personaje abierto y tolerante, que con grandeza de espíritu abra las puertas de la institución hasta que se desgajen para brindar apoyo incondicional a escritores, pintores, escultores, músicos, oradores, etc., sin importar la vertiente ideológica de la que provengan: izquierda, centro, derecha, liberalismo o estatismo, pues toda obra intelectual será válida en el apasionante y subjetivo mundo de la cultura.
Especialmente tendrá el ineludible deber de luchar porque la nueva Ley de Cultura impulsada y anunciada por el actual Gobierno, respete la autonomía institucional de la CCE, y bajo ningún pretexto la convierta en una simple caja de resonancia dependiente de algún Ministerio de Estado. (O)