Comerciantes inescrupulosos

Hay un refrán que dice: “que nadie compra pan para vender pan”, esto encaja en los momentos actuales en que la especulación, no de todos por cierto, ha tomado ventajas, porque hay quienes aprovechándose de las medidas económicas adoptadas por el Gobierno para paliar en parte el problema del terremoto, esto ha hecho que, desgraciadamente, suban los precios de los artículos de primera necesidad y no existe autoridad alguna porque están pintados en la pared y obedecen a componendas y que solo sirven para hacer declaraciones por la prensa de manera mentirosa y su papel de ‘figuretis’ pareciera que les eleva la autoestima, creyéndose personajes que dicen saberlo y resolverlo todo.


Estos malos ciudadanos aprovechadores de la necesidad ajena, tienen mil motivos para justificar alzas de precios como el caso del IVA, los problemas de erupciones volcánicas, los derrumbes en carreteras, inundaciones y otros, pero como viven sin Dios y sin Ley aupados por autoridades sin consciencia que en el caso de los mercados lo he dicho y lo repito “van de floreros” y no controlan a nadie porque son parte del festín de la corrupción y ellos resuelven sus problemas a tempranas horas de la madrugada.

Y si esto pasa en los mercados donde el abuso no tiene límites y las libras son de 12 y 14 onzas, en las frutas los intermediarios quieren ganar más del 100%, qué podemos decir de los supermercados donde son campeones para cambiar etiquetas de precios y muchas veces los valores cambian porque se dice que corresponden a fechas anteriores en el momento de pagar.


Algunos compradores señalan que las rimbombantes propagandas de descuentos en algunos productos como es el caso de las verduras, no resultan tales, porque al aplicar el descuento de las rebajas los negociantes de antemano arreglan precios y jamás se da lo ofrecido, además, que los que salen son productos en proceso de deterioro.

Todo lo expresado lo puede ratificar el público consumidor y nos preguntamos ¿qué hacen las autoridades de control de mercados y negocios afines? Todo se convierte en un caos y el pobre que tiene que pagar lo que le imponen los ambiciosos vendedores que utilizan la muletilla: “solo me estoy ganando unos centavitos” cuando en realidad le están arrancando la cabeza.


Para reforzar lo expuesto en alguna ocasión tres policías municipales, dos de ellos mujeres, conversaban en grupo en las afueras del mercado y cuando se les puso una queja de la explotación, dijeron que ellos no ponían precios y que fueran a la Intendencia a quejarse. Tremenda burrada y falta de todo.