Irresponsabilidad de conductores

Ser chofer profesional es una noble conquista. Muchos seres humanos lo hacen porque ese será su modo de vida, que les permitirá desenvolverse honradamente. Pienso que no es fácil tomar un vehículo y sentarse 12 ó 14 horas diarias con breves minutos de descanso para cumplir su labor. Conocemos bien que hay diversos tipos de automotores: livianos, pesados, de carga y de transporte público, siendo estos últimos los que exigen mayor responsabilidad para el que se sienta frente al volante, porque ellos transportan seres humanos como niños, mujeres y adultos mayores, unos, inclusive, poseedores de cierto grado de discapacidad. Todo eso hace pensar que “el profesional del volante” debe hacer consciencia que la vida de muchas personas depende de su grado de profesionalismo y de una gran dosis de respeto que exige el usuario.


Por muchas ocasiones me ha tocado escuchar a los directivos del transporte público reclamar derechos que es una cosa lógica, pero se olvidan “que buen ciudadano es el hombre que mide sus derechos con la regla de sus deberes” y esto no se cumple. ¿Acaso han pensado un segundo sobre qué sería de ustedes si no existieran los que los utilizan por obvias razones? porque piensan que desde su posición ellos son intocables llegando a los extremos de creerse “el cuarto poder del estado” con capacidad para paralizar funciones públicas cuando realizan medidas de hecho.


Nadie les niega la potestad de protestar cuando les asiste la razón y las leyes y los Derechos Humanos les ampararan, pero se olvidan que en la vida debe haber reciprocidad entre lo que pedimos y nuestra forma de servicio, mas sabemos y podemos responder que esa reciprocidad casi no se cumple. Esto se debe a que muchos conductores de vehículos obtuvieron licencia a través del dinero y por lo mismo desconocen las leyes de Tránsito y manejan a su libre albedrío. En otros países el transeúnte es respetado al cruzar una calle y los vehículos se detienen para ceder el paso a niños, mujeres y adultos mayores, respetando las señalizaciones. Aquí en Esmeraldas y el Ecuador los elementales conocimientos van al tacho de basura porque son “los tarzanes del volante”.


Manejan a velocidades que la Ley les prohíbe en zonas pobladas y donde hay centros educativos y si quieren comprobarlo tómense unos minutos de tiempo y sacarán conclusiones. En las calles de la ciudad en ocasiones dejan a los usuarios parados en las estaciones porque el competidor viene a pocos metros del que va adelante. Hay vías que son autopistas como si estuvieran ensayando para competencias internacionales. Quisiera expresar muchas cosas más pero me falta espacio en esta columna.