Horror en Niza

El 14 de julio de 2016, un terrorista condujo un camión para lanzarlo contra miles de personas congregadas en la ciudad francesa de Niza para celebrar el Día Nacional de Francia. Como resultado de esta inhumana y perturbadora acción murieron 84 inocentes y cientos quedaron heridos.

La escalofriante brutalidad cometida, no es otra cosa que el pestilente ejemplo de la putrefacta descomposición mental del terrorismo, que torpemente considera que con la sangre de inocentes se lavan las supuestas ofensas cometidas por el mundo en su contra, y especialmente por las infligidas por las naciones que no siguen sus torcidas y atrofiadas posiciones fundamentalistas.

Lamentablemente el horror en Niza no es un hecho aislado, ya que el mundo en los actuales momentos se enfrenta al reino de los terroristas suicidas, brutal secta que barbáricamente cree que asesinando sin piedad ganará el reino de los cielos.

Ante ello, la humanidad debe defenderse y enfrentarlos con contundencia e inteligencia, dentro de la legalidad y evitando la agresión a inocentes, porque de lo contrario, el imperio del fanatismo, de la irracionalidad y de la estulticia, será el que dirija los destinos del mundo, en desmedro precisamente de lo que esos niños, mujeres y ancianos de Niza celebraban, vitoreaban y cantaban: la libertad, la igualdad y la fraternidad, tres palabras monumentales proclamadas por la Revolución Francesa en 1789, con las que millones de personas nos identificamos y pretendemos defenderlas para aferrarnos a la democracia, que con todos sus errores y limitaciones, ha significado para los pueblos del mundo: la tolerancia ideológica, los derechos humanos, el orden jurídico, la libertad de elección y la alternabilidad.

Al igual que todo el mundo civilizado, hago mías las lágrimas y los ideales de la Francia herida. (O)