POR: César Ulloa Tapia
La candidatura de Rafael se desploma en todas las encuestas, así Pame “venda el alma al diablo” como cuando Cantuña quiso acabar de construir la iglesia. Entonces, la idea de que el Presidente vuelva al ruedo electoral es un distractor al cual no hay que pararle bola y punto. La bronca está en desinflarle de una vez por todas a Glas o inflarle completamente a Moreno para los AP, sin embargo y aunque los dos candidatos quieran vender un proyecto propio, detrás está la tutela del líder y la impronta de estos 10 años con saldos negativos, si no revisemos cifras de desempleo, endeudamiento interno y externo, papelones en los organismos internacionales como el último que protagonizaron en el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra, los compromisos con China, entre otros.
Por el otro lado, hay tres bloques que disputan el 60% de indecisos. Y aunque la disputa sea leída como ideológica, las cosas van por otro lado, porque la gente en el Ecuador no ha votado por izquierdas ni derechas, sino por candidatos, solo basta revisar los resultados electorales desde el retorno a la democracia para cualquier dignidad. Entonces, si esta es la lógica habría que pensar qué perfil es el más adecuado para reflotar la economía, reanudar las relaciones internacionales con el mundo, cumplir con los instrumentos internacionales de Derechos Humanos, renegociar las deudas, retomar a la división y autonomía de los poderes del Estado.
Por esta razón, me atrevería a decir que la victoria no está entre los bloques de la unidad, el acuerdo nacional por el cambio o Lasso, sino más bien en la persona que sepa sintonizar con las grandes demandas a través de un proyecto concreto y contundente alrededor de disminuir el desempleo, combatir la delincuencia, garantizar las libertades y el respeto a las instituciones. Además, de transparentar de dónde llegaron las fortunas a los nuevos ricos, de aquellos de quienes hablan en todas provincias que antes eran flacos y con chulla camisa, y que ahora gozan de mansiones, choferes y son alzados. En fin, la cosa se pone caliente. Una elección más, pero no cualquier elección.