Falta de respeto

Jaime Vintimilla

Hay que diferenciar el respeto del temor, por el primero se tiene consideración o deferencia por una persona en tanto que el temor proviene de un ánimo que nos produce miedo y nos obliga a restringirnos en nuestro actuar.


En este sentido, molesta que el Presidente, entre barbián y zaino, exija que ciertos oficiales le guarden respeto y para ello acude a la justicia constitucional en pleno reclamo de una interpretación que le otorgue la calidad no solo de máxima autoridad de las Fuerzas Armadas, sino de un calificativo que colme su necesidad insaciable de controlarlo todo; y por ello, una jueza de poco entendimiento jurídico le concede la calidad no constitucional de algo parecido a Comandante en Jefe o de autoridad castrense que tiene capacidad para juzgar disciplinariamente.


Lamento la confusión, pero no es admisible que la diatriba y la justicia orgánica se conviertan en herramientas que desnaturalicen una acción constitucional como la de protección que está destinada a frenar los abusos del poder y no a defender los derechos del “ciudadano Presidente”, pues prevalido de su posición ‘presiona’ a los jueces para que fallen a favor de la defensa del poder sin motivación alguna y lo que es peor escasa argumentación.


No comprendo cómo ante tanta arbitrariedad la ciudadanía permanece impávida, en especial, ante jueces garantistas que no comprenden su misión de defensores de los derechos constitucionales de los ciudadanos indefensos y antes al contrario se convierten en cómplices de un ambiente de resquebrajamiento de la institución judicial y del mundo jurídico frente al poder político. Ganarse el respeto sobre la base de la ruptura del estado de derecho y de la falta de una mínima tolerancia a la crítica equivale a una peligrosa imposición que usa de pretexto a la Constitución gracias a la connivencia de los jueces.


Es momento de exigir cordura, prudencia, objetividad, respeto, coherencia y mínima juridicidad y para ello hay que desechar la vanidad, la inconsecuencia, el autoritarismo y la confrontación.


El temor no es respeto, es un sentimiento que genera ansiedad, obsecuencia desmedida y destrucción de los derechos.


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