Profesores y militares

Klever Mantilla Cisneros

Monumentales errores políticos del gobierno pueden zanjar definitivamente la década del despilfarro y la propaganda. La disolución descabellada de la Unión Nacional de Educadores y el pedido, a través de una jueza fantoche, para desconocer a un Consejo de Disciplina de FF.AA. apuntalan el escenario de confrontación y polarización electoral. Un bando procaz, enloquecido desde el oficialismo conservador en busca del institucionalismo clientelar para reproducirse, castigar, destruir rivales, dividir e insistir en adoctrinar cualquier brote de rechazo en filas civiles o militares.


Al frente, una resistencia multicolor acumulada y masiva, nacida desde las entrañas del contrapoder que intenta hallar respuestas para enderezar la economía y generar empleo. Desmontar el cinismo bárbaro y la estupidez, transparentar vicios y denunciar la corrupción orquestada tras la tal llamada ‘revolución ciudadana’. La toma de la UNE grafica la violación del Régimen a los derechos de libertad sindical y de organización. Un acto humillante que lastima el orgullo del gremio más numeroso de educadores y obreros de la educación. Al menos cien sindicatos de maestros ahora exponen su caso ante la OIT para que las leyes internacionales sancionen un acto dictatorial a toda luz.


Lo siguiente es la paradoja del uso absurdo del aparato de propaganda para confundir, distraer, confrontar y agradar con mentiras. Se expone el discurso del Seguro Campesino subsidiado para introducir una ley que altera la Seguridad Militar: las reformas al Issfa ilustran mejor la resistencia de marinos y soldados contra un grupo de gobiernistas desesperados por inutilizar a la institución armada.


Los intereses del Estado se vuelven incongruentes, pues un héroe de guerra se compara y asemeja con la seguridad social del campesino y la vida en la chacra. Por caprichos y egolatrías del correísmo, un civil con ayudas leguleyas se lo presenta como máxima autoridad militar tras el discurso petulante de la lucha de clases y del antagonismo dentro de los cuarteles.


Esa propaganda negra y la división busca confundir a la opinión pública. Antes de acudir a las urnas, cada ciudadano tiene que actuar con cautela y diferenciar informaciones reales de las que vienen manipuladas. La agresión requiere de un ejercicio de consensos y disensos para repensar el país y reinventar la política.


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