Lectura literaria, actividad imprescindible

En varias ocasiones, he escuchado frases como “Me gusta la literatura, pero como soy una persona ocupada no tengo tiempo para leer”, “Tengo actividades importantes, que no me dejan tiempo para la literatura, o “Es un buen lector de literatura, porque le sobra el tiempo”. De lo dicho, se puede concluir –erróneamente por supuesto- que la lectura literaria es un simple pasatiempo, una actividad prescindible que debe estar al final de la lista de prioridades humanas, y una tarea reservada para rellenar las aburridas vidas de desocupados.

Nada más equivocado que aquello. Sin la lectura literaria, nuestra forma de expresar lo que sentimos, sabemos y anhelamos -sea en forma verbal o escrita-, sería deficiente, imprecisa, insegura y monótona, a más de alejarnos de la cultura y de la conversación sustanciosa. Esa mismas afirmaciones son equivocadas, porque la lectura literaria nos permite romper los bordes que impone nuestra condición humana, para convertirnos en personas con mejores perspectivas para entender y enfrentar la vida, bajo el cobijo de las buenas historias de los fabuladores, por las cuales soñamos despiertos y podemos vivir esas vidas que jamás viviremos, por ser tan diferentes a las de nuestra realidad. También, porque la lectura literaria nos enseña a ser inconformes y críticos con la monotonía y las injusticias de la vida; y porque ésta moldeará y corregirá siempre nuestra personalidad, tan vulnerable al poder y a la banalidad. Transformar letras, oraciones y frases literarias, en imágenes, sonidos, olores, colores y sentimientos, siempre lavará el alma y acelerará el corazón para hacernos mejores seres humanos.

La lectura literaria debe ser una tarea imprescindible y prioritaria para todos los hombres y mujeres del mundo, incluso de los más ocupados. (O)